Este fin de semana, se presenta en la capital, la estrella mundial del pop, la barranquillera Shakira. Para asistir al concierto en el parque Simón Bolívar, los precios de las boletas en el operador oficial, Tu Boleta, oscilan entre 180 mil pesos en localidad general hasta $390.000 en la mejor ubicación. No obstante, si los fans de la artista intentan comprar entradas vía online, los motores de búsqueda en la red los encaminan a plataformas secundarias de compra y venta de boletas. Lo paradójico del asunto es que en estos sitios virtuales los tiquetes suben exponencialmente de precio. En localidad general cuestan $540.000 y en VIP, la cifra asciende a $1.443.000.
Hace unas semanas, en un teatro de Bogotá se presentó una situación similar. El concierto era con Ventino, una agrupación femenina que por estos días es de las preferidas entre jóvenes y adolescentes. El evento suscitó el interés de muchos estudiantes y padres de familia, por lo cual conseguir entradas no resultó tan fácil. Sin embargo, quienes acudieron a la web también encontraron sustanciales diferencias en los precios de las boletas. Mientras que el operador tradicional en venta de tiquetes ofrecía precios que se acercaban a los $75.000, a través de una plataforma se ofrecía el mismo servicio con un valor que se aproximaba a los $250.000. El asunto resultó inexplicable, porque en cuentas largas un padre de familia que iba a invitar a sus hijos y dos sobrinos debía pagar más de un millón de pesos, mientras que el operador oficial cobraba cerca de $300.000.
Y es que cada vez que se anuncia en Colombia un espectáculo con artistas internacionales o locales de renombre, conseguir entradas se dificulta. Sin embargo, los canales oficiales como Tu Boleta, Primera Fila, entre otras, ofrecen varias posibilidades en cuanto a opciones de entradas. Pero, exista disponibilidad o no de boletos, en los últimos tiempos con el desarrollo tecnológico aparecieron compañías que incursionaron en el negocio, a través del mercado de la reventa.
Se le conoce con el nombre de Stubhub, que según su página web es la plataforma número uno del mundo para compra y reventa de boletas. Allí se anuncia todo tipo de eventos. Por ejemplo, presentaciones en la capital de Roger Waters, Shakira, o en Medellín, Maluma, CNCO. De la misma manera se promocionan entradas para la Liga Águila, el Cirque du Soleil, Vives Tour, o Fonseca Sinfónico o Megaland. Sin embargo, se advierte que los precios pueden ser más altos o más bajos que el valor nominal.
A esta plataforma mundial se suman las ofertas que aparecen de compañías como Ticketbis, Atrápalo, Viagogo, Deremate y Mercado Libre, que son denominadas como plataformas de mercado secundario y que también ofrecen tiquetes para todo tipo de espectáculos que generalmente se presentan en las principales ciudades del país. Uno de los empresarios del tema señala, que por ejemplo, hay boletas para el espectáculo de Roger Waters en algunas localidades y estas plataformas, cuando el usuario ingresa a los motores de búsqueda, aparecen de primeras en Google, por eso se presentan varias situaciones: que se compren boletas a precios elevados, que la gente no compre o que terminen estafados.
El asunto entonces recae sobre el desconocimiento que puede tener el usuario frente a la seriedad de estas plataformas, los precios y las garantías que ofrecen, así como su legalidad. Y es aquí en donde se empieza a generar el mayor debate porque, según algunos conocedores del negocio, la reventa es una práctica que no está reglamentada en Colombia y por eso se transita por una senda de informalidad en la que, en últimas, el único que puede perder su dinero o recibir un servicio inferior al ofrecido, es el usuario.
El servicio que se promociona, según algunos abogados, se denomina especulación no controlada. Se indica que las plataformas son actores de reventa que hacen pujas de las boletas y se han presentado casos en donde llegan a cobrar hasta el mil por ciento del valor oficial.
Otro aspecto que se cuestiona es la pérdida de garantías. Esto se explica en el hecho de que las personas que compran mediante este sistema, muchas veces lo hacen como medida desesperada para obtener boletas ya agotadas; sin embargo, al comprar las entradas a un tercero, es evidente que el comprador no puede ejercer sus derechos ante el canal oficial de venta. Los juristas explican que las boletas equivalen a un título valor y por esta razón las plataformas de venta oficiales responden sobre novedades de los espectáculos únicamente al titular de la compra y en consecuencia los operadores de venta de boletería tampoco se hacen responsables por temas de pérdida o robo, ya que esta responsabilidad es exclusiva del comprador.
A esta situación se suma el riesgo con la autenticidad de las boletas. Otro abogado consultado sobre el tema señala que las plataformas de venta de boletería no hacen verificación sobre la posibilidad de tiquetes fraudulentos, mientras que si se realiza la compra por un canal oficial, no es necesario realizar ningún tipo de verificación. El profesional del derecho aseguró que cuando personas incrédulas realizan compras en canales no oficiales de comercialización, abren la puerta para que se adquieran boletas falsas y, lo que es peor, cuando esto sucede, nadie le responde al consumidor.
El caso más reciente de esta situación, denominada como una especie de acaparamiento, se registró hace unos meses cuando la Superintendencia de Industria y Comercio, (SIC) puso el dedo en la llaga y multó a las empresas Ticket Shop y Tu Ticket Ya, quienes en concepto del organismo de control efectuaron una especie de operación de acumulación de entradas a partidos de la selección Colombia de fútbol con el aparente propósito de revenderlas al público a un mayor precio.
Otro caso, denunciado por el ciudadano John Mosquera, señala que a través de la plataforma Viagogo adquirió boletas para el concierto de Carlos Vives del próximo mes de diciembre. Relató que pretendía asistir al evento como celebración de un nuevo aniversario con su pareja. Para ello, pagó boletas VIP que le costaron más de $800.000. Sin embargo, lo que recibió fueron entradas en una localidad cuyo precio normal no llega a los $100.000. Por eso hizo la denuncia pública en búsqueda de una solución y con el propósito, según él, de que no les pase a otras personas.
No obstante, los empresarios del sector están reclamando mayor presencia del Estado en cuanto a la aplicación de la ley y la vigilancia de esta actividad. De hecho, uno de los argumentos esenciales es que con la práctica de la reventa se reducen el empleo, los impuestos al Estado y recursos por contribuciones obligatorias a ciudades y municipios en donde se hacen los conciertos.
Al respecto, la ley de espectáculos que entró en vigencia en el año 2012 obliga al Ministerio de Cultura a vigilar el recaudo de tributos de los operadores de boletería en línea, entre otros, la retención del aporte parafiscal, de ganancia ocasional e impuestos territoriales. Una cifra da cuenta de la importancia de la actividad en la generación de recursos por $9.300 millones en lo que va corrido del año.
De manera adicional, según el decreto 1240 de 2012, las empresas deben permitir a las autoridades colombianas el acceso a los servidores locales y remotos para controlar las contribuciones al fisco. Justamente, lo que se deriva de esta situación es que parecería que las plataformas tienen mecanismos tecnológicos que hacen más ágiles y visibles su presencia cuando un usuario busca en la web. Al respecto, señalan algunos expertos que pese a todo este sistema tecnológico de reventa de boletería como es el caso de StarHub y otras, no operan directamente en Colombia y pese a ello obtienen rendimientos desproporcionados, no pagan impuestos y ningún tipo de renta por la ganancia ocasional que obtienen con la aparente especulación del mercado.
Lo que se advierte por ahora es que es el consumidor el único perjudicado con esta práctica no controlada, ya que se ve expuesto a precios exorbitantes en las plataformas, que no garantizan sus derechos de compradores y son protagonistas de una actividad no reglamentada, que en consideración de los empresarios formalmente instalados en Colombia, abusa de los usuarios sin ningún tipo de impuestos, bien sea por su actividad comercial o por ganancia ocasional. Les corresponde entonces al Ministerio de Cultura y a la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) efectuar las acciones correspondientes. A los compradores, buscar opciones legales para que sus adquisiciones de boletas resulten buenas, bonitas y baratas.