La vacuna contra el Covid-19 de Manuel Elkin Patarroyo ya tiene nombre, Colsarsprot. Promete ser eficaz en contra de todas las variantes, así lo anunció el médico inmunólogo de Ataco, Tolima, el lunes de la semana pasada. Aunque veinticuatro horas después, confesó que su vacuna está apenas en fase cero.
Pero lo que sí avanza es la captura de 1.200 monos en el departamento del Amazonas para nuevos experimentos sobre la malaria, gracias a la firma de Luis Fernando Cueva, director de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonía, Corpoamazonía, cuestionado por ambientalistas y hasta políticos por la deforestación sin tregua en el otrora pulmón del mundo.
Una caza de primates que se autorizó ocho días después que el presidente Iván Duque decretara el Estado de Emergencia por la pandemia y ordenara el confinamiento obligatorio, cuando el directivo de Corpoamazonía expidió una controvertida resolución.
Se trata del acto administrativo 0366 de abril de 2020, mediante la cual autorizó a la empresa de Patarroyo, la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, Fidic, representada por él, a la captura de 1.200 monos del género Aotus y las especies vociferans y nancymae, presentes en el trapecio amazónico entre los ríos Amazonas y Putumayo.
Con la decisión, los monos capturados del Amazonas colombiano, pasan de vivir en libertad en frondosos árboles de la espesa selva a jaulas de acero inoxidable que miden 62 centímetros de altura por 41 centímetros de ancho y 51 centímetros de fondo.
En un espacio con pisos de baldosas y paredes con pintura esmaltada se autorizó a vivir a 250 micos durante los dos meses que dure la cuarentena. Pero ahí no acabará su calvario, al contrario, solo es el comienzo.
Los que estén aptos para la experimentación, según se establece en la resolución, pasarán al área dispuesto para ello, es decir, 16 salas numeradas con 20 cubículos, en donde serán inoculados con las cepas de las que el polémico científico hizo la solicitud para sus experimentos.
En la sala de procedimientos destinados a las inoculaciones y la toma de muestras se les realiza a los monos un tatuaje como método de identificación.
También se hace referencia al área de hospitalización, en donde se mantienen los animales que presenten mal estado de salud, “y está disponible para la manipulación, medicación y realización de procedimientos médico veterinarios”.
De igual forma se especifica el proceso de recolección y captura de especies. Se identifican los sitios de anidaje, es decir, troncos, ramas, palmas con huecos y bejuqueros, “la recolecta se realiza en horas de la madrugada, siguiendo a los individuos que regresan al sitio de abordaje”.
Luego a plena luz del día, según la solicitud del permiso de captura, luego se les obstruye la entrada al nido y se depositan en costales.
“Empleando la cara larga de costales anudados, se obliga a los monos a desplazarse hacia abajo hasta el punto de sacar la cola desprevenidamente por el orificio realizado en la base de la cavidad del nido, donde es halado de la cola y asegurado”, dice la solicitud, presentada por la Fundación de Patarroyo.
Según la resolución no se permite infantes, hembras lactantes o en gestación y todos deben pesar al menos 650 gramos.
Curiosamente las organizaciones indígenas Azcaita y Aticoya, quienes se caracterizan por proteger el ambiente y la naturaleza autorizaron la captura de 1.200 monos desde el año pasado hasta el próximo; son 400 en cada anualidad. Al menos, en el papel, pues Patarroyo, según el expediente, incorporó las consultas previas.
Con otro detalle adicional; si bien es cierto, las especies cuyo permiso le fue otorgado no se encuentran en el listado de amenazadas, una de ellas la Aoutus nancymae, le fue prohibida cazar al científico tolimense, en un fallo expedido por el Consejo de Estado en el año 2014.
Paradójicamente, siete meses después de que Corpoamazonía autorizara a Patarroyo a cazar primates para sus experimentos, Ángela Maldonado era galardonada por National Geographic por sus logros en la reducción de tráfico ilegal de fauna.
Esta reconocida primatóloga y PhD en Conservación de la Universidad de Oxford Brookes, ha dado una dura batalla jurídica por arrebatarle de las manos a Patarroyo los monos nocturnos que durante años ha usado en sus investigaciones contra la malaria principalmente. Registros revisados por la Agencia de Periodismo Investigativo, API, dan cuenta que entre 1999 y 2016 Corpoamazonía autorizó la captura de 10.400 primates.
Una promesa de vacuna que se quedó en un anuncio durante casi tres décadas pero que en cambio sí costó miles de millones de pesos y cientos de miles de animales arrebatados de la naturaleza.
De hecho, según registros del Ministerio de Salud, entre 1986 y 2004, Patarroyo recibió recursos del presupuesto nacional por $50.031 millones, para desarrollar su vacuna sintética contra la malaria que nunca funcionó, (ver grafico).
Incluso mediante acciones populares ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, buscó mas recursos oficiales, en contravía de científicos que buscaron financiación para sus proyectos que fueron negados porque la plata estaba concentrada en Patarroyo.
En su momento, dos de sus defensores Alfonso Acevedo y Alberto Delgado definieron como un ¨raponazo¨ la no entrega de más recursos a Patarroyo e indicaron que este respondió con “con la dimensión suprema de los espíritus más nobles y más grandes que en el mundo han sido Jesucristo y Ghandi. Ante el agravio, menosprecio. Ante los golpes, poner la otra mejilla”.
En contraste, la científica Maldonado en sus investigaciones y en sus acciones judiciales en contra de Patarroyo ha sido enfática, “estaban utilizando y traficando ilegalmente con monos para sus experimentos”.
Investigaciones refieren que la caza y comercialización de especies en la Amazonia colombiana es una de las actividades ilegales más lucrativas que arroja varios ceros a la derecha, entre 3 billones y 7.6 billones, sólo es más rentable la trata de personas y el narcotráfico.
Maldonado en su batalla contra Patarroyo demostró que los monos nocturnos que usaba el científico en su vacuna contra la malaria, a pesar de que sólo hasta el año 2016, el entonces director de Corpoamazonía los incluyó en la lista en la que se permite la captura, este ya los usaba en su laboratorio.
En su momento, la Contraloría General le solicitó a la Fiscalía y la Procuraduría investigar al director de Corpoamazonía de la época por los permisos que le dio a Patarroyo. Sin embargo, estas no han llegaron a ningún cauce.
En cambio Maldonado sí denunció haber sido victima de una campaña de desprestigio, en la que según ella, Patarroyo y su fundación distribuyeron volantes comparándola con Adolf Hitler. Ella lo denunció por injuria y calumnia pero la Fiscalía dejó vencer los términos.
Aunque en la década de los ochenta Manuel Elkin Patarroyo se perfilaba como uno de los principales científicos del país, con el tiempo su prestigio se fue en caída libre. En 1996 la comunidad científica evidenció que su famosa vacuna contra la malaria no tenía la efectividad que aseguraba.
La prestigiosa revista científica The Lancet, aseguró que la vacuna en contra de la malaria desarrollada por el médico tolimense no era más eficaz que un, “vulgar placebo”.
Una prueba de ello es que 1.221 niños tailandeses, entre los dos y quince años fueron inmunizados. Unos contra la hepatitis y otros contra la malaria, al final, desarrollaron la enfermedad.
Los pésimos resultados que confirmaron otros similares que se habían realizado en el pasado, llevaron a que la publicación advirtiera que ni siquiera valía la pena hacer más estudios. Su credibilidad que ya venía en declive se fue en caída libre.
Luego fue señalado por los métodos de captura, tenencia y experimentación de los monos del Amazonas hasta una acción popular se inició en su contra.
El presente es opuesto a las prácticas del médico Patarroyo. Mientras el mundo avanza en métodos de experimentación que no sea necesario el uso de animales y laboratorios en España son objeto de protesta y acciones judiciales, en Colombia, inexplicablemente se continúan otorgando permisos de caza de fauna con supuestos fines científicos.
Sin embargo, ambientalistas y primatólogos han denunciado que incluso detrás de la anuencia de algunas comunidades indígenas está el hecho de que estos laboratorios le pagan a los indígenas entre $150.000 y $300.000 por ser los “colectores” de los monos.
Muy poco se volvió a saber de Patarroyo en los últimos años, al menos públicamente, hasta que fue desempolvado por el presidente Iván Duque cuando se conoció la pandemia. Pero una vez más, sus palabras fueron objeto de burlas entre los científicos, pues confundió el virus del Covid-19 con un parásito.
No obstante, volvió a tener su recompensa. En mayo de 2020, el ministerio de Ciencia le otorgó un contrato el D421 de 2020 por un total de $500’784.648, $348’498.026 aportados por Colciencias y $152’286.622 como contrapartida.
Esto cómo apoyo económico para el proyecto de determinación de la dinámica de la transmisión de plasmodium SPP en anopheles darlingi del Amazonas colombiano.
Es decir, el gobierno no solo le otorgó el permiso para cazar monos si no también dinero para experimentar en ellos. A ello se suman convenios que ha firmado con el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses y varias universidades.
Actualmente el Amazonas enfrenta una preocupante deforestación, solamente en los tres primeros meses, justo antes de darle el permiso al médico girardoteño, el Ideam reportó que se habían deforestado 64.000 hectáreas.
En agosto del año pasado, Patarroyo a través de su fundación se presentó a la convocatoria 874 de 2020 del ministerio de Ciencia para proyectos con talento joven con un presupuesto cercano a los $21.000 millones.
Ese mismo mes, el 27 de agosto suscribió un contrato con el Ministerio de Minas y Energía por el arriendo de un inmueble de 2.217 metros cuadrados por dos años con un canon de $6’171.432 en la carrera 50 con calle 26.
Lo cierto es que mientras su honestidad científica, así como sus resultados se han cuestionado por científicos y en las publicaciones más importantes del mundo, el gobierno continúa autorizando y aportando recursos en investigaciones de un científico en entredicho.
La Organización Mundial de la Salud, OMS ha advertido la importancia de erradicar el tráfico de especies para evitar nuevas pandemia, pero en plena crisis del Covid-19, Colombia autorizó sacar de su habitat a más de 1.200 monos. A sus 74 años, con un buen equipo de comunicaciones desde hace varias décadas, Manuel Elkin Patarroyo, sigue dando la batalla.
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