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¿Hora de una cuarta dosis contra el Covid-19?, el diagnóstico de reconocido infectólogo
Pide a políticos en campaña no usar el dolor de más de 138.000 muertos por la pandemia. “Necesitamos un refuerzo de solidaridad y unidad. Lejos de los discursos populistas y de las promesas etéreas, llenas de sofismas que buscan votos en los incautos”. Detalla lo que sucede con los tapabocas.
Por Carlos Pérez | Médico Infectologo*
Cuando una persona tiene síntomas respiratorios, así sea una gripa leve, debe usarlo. La enfermedad respiratoria leve para muchos puede ser fatal para otros. Eso lo mostró la pandemia, las mascarillas son parte de la prevención de las enfermedades respiratorias, como lo son el aislamiento y la higiene de manos.
En nuestra sociedad incapacitarse por una gripa es casi un sacrilegio y siempre sale el comentario “ no me he incapacitado en todos los años de trabajo y yo he venido a trabajar con gripas terribles”, situaciones que no son para vanagloriarse sino que demuestran nuestra falta de cultura en bioseguridad y responsabilidad social.
De la misma forma cuando la gente cursa con infecciones respiratorias o intestinales y no se higieniza las manos, comparte estos virus y bacterias en su entorno. Una de las lecciones que debemos aprender es que la higiene es clave para la prevención y transmisión de un sinnúmero de enfermedades infecciosas.
La utilidad de las mascarillas o tapabocas en esta pandemia progresó de ser recomendable a ser obligatoria en todas las actividades humanas y las campañas sobre cómo usarlas han sido durante estos años una constante en la pedagogía social.
Usar un tapabocas que contiene las secreciones respiratorias sin lavarse o higienizarse las manos no sirve. Simple. Es como trapear sin haber barrido. Porque al retirar el tapabocas se llevan partículas infectantes a las manos y luego se diseminan, saludando por ejemplo.
Además la capacidad de filtración se pierde al usar estas mascarillas cuando están bastante húmedas y con varias horas de uso. Las mascarillas quirúrgicas y respiradores N 95 deben ser reemplazados con regularidad y hay que usarlos correctamente y siempre acompañado del correcto lavado de manos.
Las medidas de ir liberando el uso de tapabocas en espacios abiertos es sensata. Se basa en que el mejor antídoto para los virus respiratorios es la buena ventilación y que es poco probable adquirir la infección en estos espacios. Ahora, si hay aglomeraciones de gente, se debe usar la mascarilla, porque no se respira el mismo aire sino se comparten las secreciones respiratorias de los asistentes.
Basta una búsqueda rápida por internet para entender que las mascarillas desechables tardan hasta 450 años en degradarse, no son reutilizables. Si bien estas hoy salvan vidas, seguramente afectará a otras formas de vida en el planeta, especialmente la vida marina.
Somos testigos de cómo parques, calles y avenidas están llenos de mascarillas sin adecuada disposición y lo que se debería considerar un residuo biológico hoy se trata como un desecho ordinario. Esta mascarillas no son hechas de materiales biodegradables; si hablamos de cuidar al planeta, seamos coherentes con la educación sobre la adecuada disposición del desecho y la necesidad de usarlo solamente en donde hay interacción humana cercana, especialmente sin ventilación.
La vacunación avanza al ritmo que impone la disposición del número de vacunas; la receptividad de la población debería ser más rápida y con otras propuestas. Por ejemplo: en los estadios de fútbol deberían exigir el carnet de vacunación y a aquellas personas que solo tienen dos dosis ofrecerles la tercera en ese momento. Igualmente en todos los sitios de concentración masiva y no sólo en las enormes filas de gente en un centro comercial. Si queremos vacunar más debemos hacer más.
¿Una cuarta dosis? La mejor respuesta es quizás. Lo que es cierto es que debemos completar tres dosis para toda la población adulta y en eso estamos atrasados. Ahora, la cuarta dosis será necesaria en población inmunosuprimida y otras poblaciones especiales, esto debería pronto empezar a suceder. De ahí a que la vacunación con una cuarta dosis sea masiva será necesaria más información.
La enfermedad será endémica, eso no significa que sea menos peligrosa. Morirán los susceptibles (no vacunados) y será una enfermedad respiratoria grave, pero una más. Tendremos que vacunarnos regularmente, probablemente cada año, y posiblemente con vacunas para otros virus respiratorios. La vacunación del adulto que salva vidas será otra lección aprendida en esta pandemia.
Asumir que el retiro paulatino del tapabocas no lo podemos empezar argumentando que no estamos preparados como sociedad; muestra la debilidad y la inseguridad nuestra pedagogía con la sociedad.
Debemos ir adelante, esta pandemia no fue una carrera de 100 metros, es una muy larga maratón Y aún nos falta un largo trecho, pese a que todos estamos agotados y queremos ya terminar. Para esto será necesario que aprueben y estén disponibles todos los medicamentos antivirales, las vacunas de mrna pediátricas, los anticuerpos monoclonales y que los inmunomoduladores se puedan usar en la práctica clínica con guías claras ya que la evidencia de reducción de la mortalidad es contundente.
Necesitamos un refuerzo de solidaridad y unidad. Lejos de los discursos populistas y de las promesas etéreas, llenas de sofismas que buscan votos en los incautos. Que no usen el dolor de más de 138.000 fallecidos por este virus inclemente. Que no usen la desgracia humana para buscar el poder y posar de héroes y víctimas de sus propias batallas.
La ciencia dio respuestas y seguirá con sus imperfecciones buscando un camino. Una sociedad que construya jóvenes con oportunidad de conocimiento y con decisión para emplearlos es lo que necesitamos. Solo con una sociedad educada no aflorarán la seudociencia, los remedios mágicos y los falsos profetas.
*Carlos Pérez, médico y especialista en infectología de la Universidad Nacional. Ha trabajado en el Hospital Militar Central, Hospital Universitario de La Samaritana y Clínica de Marly. Docente de medicina en la Universidad Militar Nueva Granada, Universidad de La Sabana y Universidad El Bosque. Asesor científico del hospital San Pedro en Pasto y presidente del Grupo Médico Soul, Soulmedical, Servicios y Asesorías en Infectología, SAI y Sara, programa de pacientes. Autor de los libros: 20 meses dentro del Covid-19 y crónicas de mi insomnio 1 y 2.
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