Por Carlos Pérez, médico infectólogo
El virus: actualmente, son varios los estudios que han documentado y señalado un cambio en el comportamiento viral por la circulación de los linajes de interés. Al inicio de la pandemia se estimaba un tiempo de alrededor 10 a 15 minutos de exposición para contraer el virus del Covid-19, hoy en día no existe un tiempo mínimo determinado, y es desconcertante el hecho de no saber en su mayoría cómo se está adquiriendo el virus.
La enfermedad: el Covid-19 es una enfermedad que causa un daño pulmonar extenso y compromete más órganos en una cascada increíblemente fatal. Su comportamiento es inquietante, pues su conducta de cambio es impredecible, no se puede asegurar una meta de mejoría, siempre ronda la incertidumbre.
Las complicaciones cardíacas, embólicas, neurológicas, renales aparecen en un paciente sin que se pueda anticipar y peor aún sin que se pueda tratar efectivamente. Desde luego es una patología de la que vamos aprendiendo cada día, pero muy lejos de haberla comprendido en su totalidad.
Post Covid-19: el dato más inexacto e impreciso de esta pandemia es cuando las estadísticas que aparecen por doquier muestran un número x de “recuperados”.
Existen daños orgánicos que varían en severidad, pero que afectan a un porcentaje descrito en algunas publicaciones, superior del 40 o 50 % de los enfermos por el SARS-CoV-2, personas con lesiones pulmonares, neurológicas, reumatológicas y cardíacas, además de las afectaciones en la salud mental independientemente de la complejidad de la enfermedad, el sentimiento de soledad y zozobra a todos los afecta.
El gran desafío será entender y atender estas situaciones. Por ahora poco sabemos y lo que podemos hacer es todavía un gran interrogante. La realidad es que nadie sale invicto después de sufrir Covid-19.
Las vacunas: son sin duda la única noticia positiva de esta trágica pandemia; el rápido desarrollo, la eficacia, efectividad y seguridad de las mismas se trasformó de un deseo a una realidad.
Sin embargo, la accesibilidad y la equidad en la vacunación es la peor noticia de esta pandemia, es claro que de los más de 1.300 de millones de personas vacunadas en estos primeros meses del año, el 85% son de países ricos en capital y pobres en solidaridad.
Acaparar la producción, comprar excesos de vacunación, impedir la liberación de patentes y la trasferencia de tecnología para mayor acceso se traduce en una simple palabra: mezquindad.
Las estrategias multilaterales como el esquema mundial para vacunar personas en países de ingresos medios y bajos en todo el mundo contra el coronavirus, Covax, son llenas de buenas intenciones, pero de pobres resultados.
La Organización Mundial de La Salud (OMS) en esta pandemia ha sido un frágil protagonista generando recomendaciones con muy pocas acciones. No se trata de que los países y sus economías sean iguales, se trata de que haya una colaboración decidida y oportuna, hoy estamos atentos a que nos regalen las sobras de sus excedentes.
Las vacunas son el gran logro que unió a la ciencia y a los científicos del mundo para encontrar una solución a la pandemia. La política y la economía fragmentaron este logro a sus intereses y ambición.
Determinantes sociales: las pandemias traen muertos y pobreza, son olas incesantes de lo mismo, solo que cada vez más fuertes como un tsunami social. Es un panorama desgarrador donde las brechas sociales se profundizan y la inequidad social se trasforma en una protesta social incontenible.
Morir por coronavirus es una probabilidad, pero morir de hambre es una certeza. En esta pandemia todos perdemos, algunos poco, otros mucho y otros perderán la vida. Una enfermedad que afecta a la humanidad por igual termina siendo letal en los más pobres y sin duda la pobreza es la peor comorbilidad.
Crisis de liderazgo: en todo desastre aparecen los falsos profetas que se aprovechan de la situación, unos porque dicen que lo predijeron y otros porque tienen la solución, surgen como espuma, incendiarios y dueños de la verdad, pero cuando logran el poder no solucionan nada.
Esta pandemia desnudó la falta de liderazgo. Muchos llegan a ser líderes por sus estrategias publicitarias, su maquinaria política y sus asesores mediáticos. Los venden como grandes ejecutores por su preparación y trayectoria, pero ante un problema complejo no resuelven ni una simple suma.
Algunos de estos dirigentes se ufanan con auto-elogios, de su extensa experiencia, así cómo de sus maestrías y doctorados, algunos de ellos con sus acciones desconectadas de la realidad social solo parecen figuras decorativas como sus títulos en una pared.
Ya no será la higiene, la disciplina social, las mascarillas y los confinamientos lo que defina la pandemia. El futuro inmediato será entre los que estén o no vacunados, la proporción de los inmunizados será de lo que dependa la recuperación de la “normalidad".
Seguiremos siendo un rebaño resistiendo y luchando contra la adversidad guiada por pastores o por lobos, eso dependerá de nosotros.
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