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Reclutamiento de menores por grupos armados en Colombia alcanza cifras alarmantes
Una alta incidencia se presenta entre las comunidades indígenas.
El fenómeno del reclutamiento forzado de menores de edad por parte de grupos armados ilegales continúa aumentando en Colombia, afectando principalmente a jóvenes entre 12 y 15 años. Este fenómeno ha generado desplazamientos masivos de familias y ha incrementado la violencia en varias regiones del país, especialmente en territorios donde la presencia estatal es escasa.
Según la información más reciente de la Defensoría del Pueblo, 282 menores han sido reclutados por grupos ilegales en lo que va del año, mientras que las fuerzas militares han logrado recuperar a 426 menores. Las cinco regiones más afectadas por esta problemática son Cauca, Valle del Cauca, Putumayo, Arauca y Nariño. El Cauca lidera con un alarmante 71,6% de los casos a nivel nacional.
Los reclutados provienen en su mayoría de comunidades indígenas, siendo un blanco fácil para los grupos armados que operan en zonas boscosas y apartadas del país. Este año, la mitad de los niños y adolescentes reclutados pertenecen a estas comunidades, lo que agrava aún más la situación de desamparo que enfrentan.
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El reclutamiento no solo afecta a menores de edad, sino que se ha convertido en una estrategia criminal de los grupos armados para fortalecer sus estructuras, especialmente en departamentos como Cauca, donde la violencia se ha intensificado. La Comisión de la Verdad estima que, en promedio, 100 casos de reclutamiento forzado son reportados cada año, aunque las cifras oficiales indican un subregistro significativo debido al temor de las víctimas a denunciar.
En medio de este panorama, la historia de un joven de 21 años, conocido como Jonathan, ilustra cómo los grupos armados usan las redes sociales para captar nuevos reclutas. Jonathan fue engañado con la promesa de trabajo en una finca, solo para descubrir que había sido reclutado por el Clan del Golfo. Después de pasar un año en el corazón de la selva, sometido a entrenamientos y violencia, logró escapar cuando se le ordenó matar a otro reclutado. Su relato revela la brutalidad del proceso y las consecuencias de esta práctica ilegal, que ha dejado cicatrices profundas en cientos de jóvenes.
Este preocupante fenómeno no solo afecta a los jóvenes reclutados, sino que también pone en evidencia la falta de protección en muchas zonas del país, donde la violencia y la criminalidad siguen siendo las principales realidades que viven las comunidades más vulnerables.
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