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Ramiro Bejarano critica proyecto de ley que busca reducir el salario de los congresistas
El columnista lo califica como “populismo salarial”.

En su columna publicada este domingo en El Espectador, el abogado y académico Ramiro Bejarano alertó sobre las implicaciones de una propuesta legislativa que plantea reducir de manera sustancial los ingresos de los congresistas en Colombia.
El jurista argumenta que, más que una medida eficaz para combatir el dispendio estatal, se trata de una estrategia populista que podría desestabilizar el equilibrio entre poderes y poner en riesgo la calidad de la representación política.
El proyecto de ley en cuestión propone una disminución del salario mensual que actualmente perciben los congresistas, pasando de 48 millones de pesos a 28 millones.
Esta reducción representaría, según cálculos del propio columnista, un ahorro de aproximadamente 5.500 millones de pesos mensuales para las arcas del Estado.
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Aunque a simple vista la medida pueda resultar atractiva para buena parte de la ciudadanía, Bejarano sostiene que se trata de una propuesta que, lejos de ofrecer soluciones estructurales al problema fiscal, podría generar consecuencias más complejas y dañinas.
Desde el comienzo de su columna, titulada “Populismo salarial”, Bejarano cuestiona tanto la viabilidad jurídica y política del proyecto como las verdaderas motivaciones que lo impulsan.
Recuerda que esta no es la primera vez que se intenta presentar una iniciativa de este tipo, aunque destaca que en esta ocasión el respaldo proviene, en su mayoría, de sectores de izquierda radical, cuya actitud intolerante frente a opiniones divergentes también es objeto de crítica en su análisis.
Según el académico, los promotores del proyecto han adoptado una postura agresiva y excluyente, lo que dificulta un debate sereno y plural. “Curiosamente, [estos parlamentarios] no admiten opiniones contrarias a las suyas”, afirma Bejarano, en referencia al clima de polarización que ha caracterizado la discusión en el Congreso.
Bejarano también advierte que el impacto de la reducción salarial no se limitaría únicamente al Legislativo, sino que podría tener repercusiones significativas en otras ramas del poder público.
En particular, subraya que los magistrados de las altas cortes reciben remuneraciones similares a las de los congresistas, por lo que una rebaja en este rubro podría desencadenar un efecto dominó que afecte a toda la estructura judicial del país.
“Así se hagan excepciones, tarde o temprano, si les bajan el sueldo a unos pocos, la misma solución llegará para todos”, escribe el jurista, quien además cuestiona si habrá congresistas dispuestos a enfrentar a los jueces que tienen en sus manos procesos sensibles como las pérdidas de investidura o las investigaciones penales contra políticos.
El abogado también plantea interrogantes sobre el supuesto efecto regenerador que tendría la disminución salarial en la calidad del Congreso. En su opinión, una remuneración más baja no garantiza una mejor representación ni reduce los actos de corrupción.
Por el contrario, advierte que podría restringir el acceso a cargos de elección popular a personas con solvencia económica, excluyendo a quienes no cuenten con los recursos necesarios para financiar su estadía en Bogotá. “La actividad congresional se convertiría en oficio vedado para quienes no puedan echar mano de recursos propios para vivir y gastar en Bogotá”, señala.
Bejarano ironiza sobre la idea de que una rebaja salarial pueda disuadir a los congresistas de cometer actos indebidos. “Solo falta que puedan tener razón quienes sostienen que, si recibiendo mensualmente cada uno $ 48 millones de sueldo, los asaltos al erario […] no solo no han cesado, sino que se han multiplicado, como irá a ser si esa remuneración se marchita”, afirma, dejando en claro que el problema de fondo es ético y no presupuestal.
El constitucionalista concluye que la discusión sobre la reducción salarial probablemente se convertirá en un eje de las próximas campañas electorales, generando un clima de confrontación entre los sectores políticos sin que haya garantías de un cambio real.
“Al final todos saben y están seguros de que el Congreso honrará a Lampedusa, porque si caen los sueldos todo habrá cambiado para que siga igual”, sentencia, citando al autor italiano para ilustrar la inercia de las estructuras políticas frente al cambio aparente.
Finalmente, en una breve adenda, Bejarano arremete contra la intención del Gobierno de Petro de comenzar a organizar comités ciudadanos para impulsar una consulta popular sin haber agotado primero el trámite legislativo.
Considera que esta iniciativa es “un acto antidemocrático y violento” que busca “doblegar con amenazas la voluntad del legislador”. El columnista insinúa que, de no lograr respaldo en el Senado, el Gobierno podría optar por medidas extremas como el cierre del Congreso, aludiendo con ironía al pasado guerrillero de algunos de sus integrantes: “¿Acaso cerrar el Congreso?”, concluye.
Con esta columna, Ramiro Bejarano se suma a las voces que, desde una perspectiva crítica pero institucional, cuestionan el uso de estrategias populistas como herramienta de presión política y advierten sobre los riesgos de minar la independencia de los poderes del Estado en nombre de una supuesta austeridad.
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