Marco Fidel Díaz Rubio ya no podrá enviar a la tumba de la mujer que asesinó macabras serenatas. Ahora pasará sus días en la peor penitenciaría del país, La Tramacúa en Valledupar, la cárcel que hasta la Organización de Naciones Unidas, ONU, ha querido cerrar.
La decisión la tomó el ministro de Justicia, Wilson Ruiz, luego de conocer esta historia que lo dejó estupefacto y que evidenció una de tantos hechos inaceptables que suceden en el sistema penitenciario del país,por ello el interno llegará a esa prisión a más tardar el próximo viernes.
Al respecto el ministro Ruiz señaló: “tuvimos conocimiento de esta irregularidad, que desde todo punto de vista nos parece un irrespeto para la memoria de la víctima y para sus familiares. Por eso me reuní con el director del INPEC, el general Mariano Botero Coy, y decidimos trasladar a esta persona a un establecimiento penitenciario con mayores condiciones de seguridad como es la reclusión de Tramacúa en Valledupar”
Todo comenzó el pasado 14 de junio. Ese día, Heidy Johanna Soriano Amezquita asistió a una reunión de amiga que incluyó un asado, algunos tragos y muchas risas; pero al regresar a su casa sobrevino una tragedia.
Su esposo Marco Fidel Díaz Rubio reclamó furioso. Casi de inmedito, inexplicablemente subió el volumen de la música y se abalanzó sobre Heidy. La asesinó a ella y a su pequeña de cuatro años de edad. Los decibeles ahogaron los gritos de auxilio de la mujer y la niña.
A pesar de que el hombre dijo que había sido un extraño el responsable de la barbarie y que lo hizo en un intento de robo, la Fiscalía demostró su responsabilidad en el doble homicidio y un juez lo condenó a 47 años de prisión por el delito de feminicidio agravado.
Pero la obsesión de Díaz por Heidy no finalizó con la condena. Tampoco con sus días de reclusión en la cárcel Modelo de Bogotá. Como lo evidenció La FM, Marco Fidel Diaz dedicó sus días en prision a atormentar a la familia de la víctima. Y desde su celda ordenó serenatas a la tumba de su exesposa.
Un cantante de música vallenata imitador de Rafael Orozco, llegó hasta el sepulcro de Heidy y entonó varias canciones del artista. “Yo siento que te he querido y te quiero más, es algo que necesito para vivir. Mi vida no sería vida si tú no estás”. Interpretando “solo para ti” uno de los éxitos de Orozco. El imitador advierte en un video que está ahí en representación del hombre que más la quiso, “mi compadre Marcos Díaz”, entonó en la melodía dedicatoria.
Luego, el interprete afirma que esa serenata es una muestra más del cariño de su esposo que la ama mucho. “Este hombre que siempre te amo y que siempre quiso estar a tu lado”. Pero la macabra escena del victimario que le envió serenatas a la tumba de su víctima, no terminó ahí.
En el grupo de mensajería instantanea WhatsApp de la familia, desde el mismo número telefónico de Heidy Johana, recibieron un saludo y luego todos vieron la dantesca escena. Los familiares indagaron cómo el asesino de la mujer terminó apoderándose de la línea telefónica de su víctima.
La compañía de telefonía celular contestó en un derecho de petición que la nueva dueña de esa línea era una mujer que resultó ser familiar de Marco Fidel Díaz Rubio, y quien al parecer se la cedió al victimario. Los macabros videos incidieron en el estado de salud de la madre de Heidy quien a mediados de junio sufrió un infarto.
Paradójicamente Marco Fidel Díaz Rubio interpuso una acción de tutela que conoció el juzgado 43 penal del circuito de Bogota en contra del Inpec, argumentando violacion a la dignidad humana por su lugar de reclusión.
A este hecho antecedió que Díaz interpuso recurso de apelación de la sentencia argumentando su inocencia y señalando a un supuesto asaltante que irrumpió en el lugar donde residían, un primer piso en alquiler de una vivienda al sur de Bogotá.
No obstante, ante la gravedad de los hechos y el constante acoso al que fueron sometidos los familiares de la víctima, el ministro de Justicia, Wilson Ruìz y el director del Inpec, el general Mariano Botero Coy, conocieron el caso y decidieron reubicar a Diaz en otro centro penitenciario.
Su nuevo sitio de reclusión será ahora el Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Alta Seguridad de Valledupar, La Tramacúa, una mole de concreto anclada en 15 hectáreas a 40 grados de temperatura en la sombra. Con una capacidad para 1.600 reclusos que está ubicado a tres kilómetros del perímetro urbano de Valledupar, vía al batallón La Popa.
Inaugurada en el año 2000 por el gobierno de Andrés Pastrana, fue una de las primeras prisiones cuyo diseño y tratamiento penitenciario estuvo a cargo del Buró Federal de Prisiones de los Estados Unidos para reclusos de alto perfil delincuencial y valor agregado para las autoridades, su diseño fue inspirado en la famosa carcel Coleman de Florida.
Desde su puesta en funcionamiento ha sido considerado una cárcel de castigo por parte de los internos y sus familiares. Un régimen estricto, basado en el aislamiento y el control, que al igual que las prisiones federales busca quebrar el espíritu humano con el propósito de lograr un recluso fácil de manejar.
El manual de La Tramacúa, basado en una resolución del año 2005 controla todo. Desde la entrega de elementos de aseo a los privados de la libertad.
Dos cojines de crema desodorante, un tubo de crema dental, un cepillo de dientes, un jabón de baño, un jabón de lavar, dos cuchillas de afeitar y dos rollos de papel higiénico.
A las mujeres se les prohíbe artículos de maquillaje y aretes, en varias acciones de tutela las reclusas han advertido que esto limita su derecho a la libertad de expresión. Tampoco se permite la tenencia de relojes y hasta el año 2011 fue posible, luego de múltiples protestas y varias acciones de tutelas, el uso de espejos.
Precisamente, hasta hace pocos años era inminente su cierre pues los internos sólo tenían acceso al agua potable durante 20 minutos al día y durante media hora.
Su construcción costó $25.000 millones, dos décadas atrás. La empresa encargada RMR Constructores y Alfredo Muñoz & Cia responsabilizó a la administración municipal de las falencias en la construcción y en el suministro de agua, al argumentar que aprobó proyectos de vivienda en la zona sin tener garantizado el suministro de agua a la cárcel.
El hacinamiento y la ausencia de atención médica, entre otros, fueron materia de pronunciamiento por parte de la Corte Constitucional en sentencia T-782 de 2014 e incluso se recogieron firmas a través de Change Org pidiendo el cierre del penal.
Allí están recluidos, Rafael Uribe Noguera, asesino de la niña Yuliana Samboní, Luis Alfredo Garavito, abusador y asesino de menores, exjefes paramilitares, ex guerrilleros, narcotraficantes y diversos miembros de otras organizaciones criminales, entre cerca de 1.500 de los reclusos considerados los más peligrosos del país.
Precisamente a ese penal, conocido como la penitenciaría castigo, llega el feminicida Marco Fidel Díaz Rubio quien ordenaba desde su celda serenatas a la tumba de su esposa que asesinó.
“En coordinación con el INPEC estamos trabajando para mejorar las condiciones de las personas privadas de la libertad y buscamos desarrollar programas de resocialización para brindar oportunidades de cambio, pero en casos de reincidencia o delitos cometidos desde las cárceles o situaciones como estos donde no se ve un arrepentimiento por parte del victimario, tenemos que actuar con contundencia y establecer sanciones para evitar nuevas hechos irregulares”, puntualizó el ministro de Justicia, Wilson Ruíz.
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