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El desafío de Portugal: revalúa despenalización de las drogas por crecientes problemas
El país europeo fue uno de los primeros en la despenalización ahora enfrenta las consecuencias y evalúa cambio por criminalidad y adicción altos.
Portugal, conocido por su paso progresista de despenalizar todas las drogas en 2001, está en una encrucijada. Observando el espectáculo de figuras esqueléticas consumiendo drogas en plena luz del día, y las autoridades emplazando barreras en parques y callejones para frenar la expansión de los campamentos de personas que consumen drogas, se percibe un cambio de actitud.
En su momento, Portugal se adelantó a muchas otras naciones al despenalizar el uso de drogas, incluyendo marihuana, cocaína y heroína. El país se convirtió en un referente para otras regiones con políticas progresistas. Sin embargo, en la actualidad, las autoridades atribuyen a un aumento en el consumo de drogas un incremento en la delincuencia.
Según reportó The Washington Post, un sondeo nacional publicado recientemente señala que el porcentaje de adultos que han consumido drogas ilícitas ascendió al 12,8% en 2022, desde el 7,8% en 2001, aunque sigue siendo inferior al promedio europeo. Incluso aquellos que defendieron la despenalización ahora reconocen que existe un problema.
Las sobredosis alcanzaron su punto más alto en 12 años, duplicándose casi en Lisboa entre 2019 y 2023. Los análisis de las aguas residuales de Lisboa indican que la presencia de cocaína y ketamina es de las más elevadas de Europa, especialmente durante los fines de semana.
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Los residuos relacionados con las drogas encontrados en las calles de Oporto han aumentado un 24% entre 2021 y 2022, y el año en curso podría establecer un nuevo récord. Además, el delito, incluido el robo en espacios públicos, subió un 14% entre 2021 y 2022, incremento que las autoridades atribuyen en parte al mayor consumo de drogas.
En ciertos barrios, las calles están llenas de jeringas de color azul claro y paquetes de ácido cítrico proporcionados por el gobierno para diluir heroína. A pesar del aumento de las patrullas en zonas con alta incidencia de drogas, la policía se encuentra con limitaciones para actuar, dado el marco legal actual.
Recientemente, un hombre delgado con pantalones a rayas se levantó de su sueño frente a un centro estatal para consumidores de drogas y comenzó a preparar su pipa de crack mientras una patrulla de cuatro oficiales observaba sin poder hacer nada.
Por otro lado, el tiempo de espera para recibir tratamiento de rehabilitación financiado por el estado se ha incrementado, incluso cuando el número de personas que solicitan ayuda ha disminuido considerablemente.
En Portugal, no está permitido fumar tabaco cerca de una escuela o un hospital, ni hacer publicidad de helados y dulces, pero sí se permite el consumo de drogas en público.
La producción de cocaína ha alcanzado niveles máximos a nivel mundial, y las incautaciones de anfetamina y metanfetamina han aumentado significativamente. En Estados Unidos, las muertes por sobredosis superaron las 100,000 en 2021 y 2022, duplicando la cifra de 2015.
En este contexto, se plantea la necesidad de revisar las políticas de drogas. Los efectos positivos iniciales de la despenalización en Portugal, como la reducción de las tasas de transmisión del VIH a través de jeringas y la disminución de la población carcelaria, se están viendo eclipsados por la visibilidad cada vez mayor del problema de las drogas en las áreas urbanas.
Algunas voces en Portugal ahora sugieren que es hora de reconsiderar la política de despenalización, a pesar de que fue un punto de orgullo del consenso nacional durante mucho tiempo.
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