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Médico veterinario, Orlando Feliciano Cáceres, el verdugo de la conservación en Colombia
El verdugo de la conservación en Colombia, según Natural Press, es el médico colombiano José Orlando Feliciano Cáceres quien ha sido presentado como un “Héroe al Rescate Animal” por la Fundación Natibo. Sin embargo, surge la duda sobre la realidad que ha sido presentada hasta ahora, pues en durante la investigación de Natural Press se confirmaron "encierros en malas condiciones, comida en descomposición, hacinamiento y crueldad animal, empleados alicorados disparando armas de fuego, animales en custodia muertos en extrañas circunstancias y prácticas antitécnicas y antiéticas han sido denunciadas por biólogos y veterinarios que han recompilado durante años información que compromete seriamente la idoneidad e integridad del popular veterinario".
Feliciano Cáceres lleva 31 años de experiencia como médico veterinario. Además es conocido como un conservacionista de dos especies emblemáticas para el país, el Cóndor Andino (Vultur gryphus) y el Oso de Anteojos (Tremarctos ornatus).
Su trabajo de conservación inició en 1989 como voluntario del Programa de Conservación del Cóndor de los Andes en Colombia, un proyecto de repoblamiento de la especie con animales nacidos en cautiverio en el zoológico de San Diego Estados Unidos y liberados en los Andes Colombianos. Allí tuvo la posibilidad de coordinar durante una década el Programa para la Conservación del Cóndor Andino con la Fundación Renacer.
Años más tarde por su experiencia llegó a trabajar con la especie en Ecuador y Venezuela, aportar sus conocimientos en el Zoológico de San Diego con Cóndor Californiano (Gymnogyps californianus) y a participar en el programa de conservación del buitre en Francia, según el mismo veterinario lo ha dado conocer.
Recientemente, durante una entrevista a la revista Bocas del diario colombiano El Tiempo, Orlando Feliciano cuenta cómo en el año 2002 fundó Bioandina Colombia. Además, habló sobre el transito por la conservación del cóndor con el aporte de varias Corporaciones Autónomas Regionales interesadas en proteger la especie, y así fue ampliando su espectro en la conservación de otras especies como el Oso de Anteojos además de la rehabilitación integral de especies de fauna, victimas del tráfico ilegal.
Con su trabajo y la realización de convenios interinstitucionales entre Bioandina Colombia y entidades del sector ambiental, José Orlando logró tener cuantiosas sumas de dineros públicos para el mantenimiento de animales silvestres. Para tal fin, el veterinario, aportaba al proceso dos instalaciones improvisadas que mantenía con recursos de las entidades ambientales que no tenían centros de recepción de fauna para la tenencia, rehabilitación y futura liberación de los animales.
En la investigación realizada por Natural Press, se visitó a principios de 2018 el centro privado de recepción de fauna propiedad de Orlando Feliciano, ubicado en Mesitas del Colegio en Cundinamarca a escasas dos horas de la capital del país. Allí, se confirmó sobre las condiciones de abandono a los que estaban sometidos más de 600 ejemplares de fauna silvestres, que eran mantenidos en malas condiciones de higiene y salubridad. La visita fue motivada por varias denuncias de maltrato animal, que dieron origen al título de la investigación.
La investigación, motivada por las denuncias, recogió testimonios necesarios y pruebas que permitieron a Natural PRESS demostrar que Orlando Feliciano, el Héroe al rescate animal, el Titan Caracol, es el antihéroe de la protección animal, un verdugo de la fauna en Colombia.
Pues personas de diferentes profesiones relacionadas con la protección y conservación de la fauna silvestre han mostrado y narrado sus dolorosas e indignantes experiencias. Además aportaron pruebas documentales de fotografía y video con lo que recogen testimonios de ex empleados de Orlando Feliciano desde el año 2007.
Así, en la investigación, primero solicitaron expresamente que sus nombres fueran protegidos y una de ellas solicitó no revelar su identidad para denunciar a una persona que, “efectivamente carece de credibilidad, pero que finalmente sigue teniendo contactos influyentes”. “La solicitud anterior no va en detrimento de mi compromiso con el caso y por el contrario estaré dispuesta a seguir colaborando con la investigación y con las autoridades competentes que requieran mi testimonio o mayores pruebas”, agregó.
Cuando Sandra inició su trabajo con Orlando Feliciano, el centro de recepción de Mesitas del Colegio estaba en construcción. “Yo entré creyendo en él, me mostró que todo estaba en obra, que todo iba a mejorar, que estaba montando una clínica en Mesitas del Colegio, me vendió un centro de rehabilitación futurista, pero fueron pasando los meses y me di cuenta que invertía todo su dinero en otras cosas pero nunca en el cambio de las estructuras para los animales”.
Sin embargo, la mujer aseguró que “Veía cómo invertía todo el dinero que podría destinar al centro de rehabilitación, en la casa que estaba construyendo para él y su familia mientras que los encierros de los animales estaban hechos con residuos de construcción”.
Según la veterinaria, “existen protocolos que indican cuáles deben ser las mínimas condiciones técnicas de los encierros de las diferentes especies”; sin embargo, los espacios en los que Feliciano tenía recluidos los animales tenían más aspecto de mazmorras que de encierros para la rehabilitación de especies que debían ser devueltas a la vida silvestre.
“Yo le advertí varias veces que esto estaba mal porque los encierros quedaban con chuzos (puntillas, clavos y alambres) con los que los animales se podían lastimar”, pero para la veterinaria las respuestas de Feliciano “eran muy frustrantes, Orlando sólo respondía: ‘esto es momentáneo, esto va a mejorar’, pero mientras yo estuve ahí, estrenó carro varias veces pero las condiciones de los encierros no mejoraron nunca”, afirma Sandra.
Por otro lado, la veterinaria Marcela* y la bióloga Paola Gómez también trabajaron para Feliciano pero en años posteriores, en los Centros de Rehabilitación de Fauna, propiedad de Orlando Feliciano. Las dos le dijeron a Natural Press que entregaron sus testimonios porque están “cansadas de ver cómo se sigue exaltando la labor del veterinario sin que se conozca la realidad de lo que sucede al interior de esos Centros de Rehabilitación de Fauna”.
De esta forma, para Gómez y Marcela es “el sufrimiento de los animales indefensos, las condiciones indignas a las que los somete, siendo animales victimas de tráfico y maltrato, que vienen de experiencias traumáticas y deberían llegar a un lugar donde se les brinde bienestar físico y mental”.
Por su parte, Gómez trabajó para Feliciano en los centros de recepción durante el año 2013 y explicó para Natural Press las deplorables condiciones de las aves que se encontraban confinadas en el sitio y añade que no tenían un lugar donde hacer rehabilitación de vuelo (espacios destinados a la ejercitación de vuelo de las aves) “porque la jaula en donde estaban embutidas un montón de loras y guacamayas, que incluso no tendrían por qué estar hacinadas, supuestamente eran las jaulas de vuelo pero se convirtieron en jaulas de tenencia porque no había dónde más meter animales”.
Aspi, Feliciano recibía contratos millonarios por animales provenientes de las Corporaciones Autónomas que pagaban para el cuidado, enriquecimiento de ambientes y rehabilitación de ejemplares victimas del tráfico y decomiso o entrega voluntaria pero realmente no tenía las condiciones de espacio para tenerlos en buen estado. “El sufrimiento de los animales indefensos, las condiciones indignas a las que los somete, siendo animales victimas de tráfico y maltrato, que vienen de experiencias traumáticas y deberían llegar a un lugar donde se les brinde bienestar físico y mental”, agregó.