Detalles inéditos de la inesperada muerte del Coronel Óscar Dávila en el corazón del escándalo del polígrafo

El nombre del coronel Óscar Dávila Torres ha tomado una nueva relevancia en las últimas horas. La sorprendente noticia de su fallecimiento, ocurrido en circunstancias que aún generan dudas, ha sacudido a Colombia, especialmente al público interesado en los misterios del caso del polígrafo y las interceptaciones telefónicas, conocidas como "chuzadas", hacia Marelbys Meza, exniñera de Laura Sarabia, antigua jefa de gabinete del presidente Gustavo Petro.

Dávila, quien fuera el líder de la sala de anticipación y de quien se sospecha ordenó las polémicas medidas contra Meza, solicitó ante la Fiscalía brindar su propia versión de los hechos. Sin embargo, su abrupto fallecimiento ha dejado una serie de preguntas sin responder en este enigma que ha fascinado a la nación.

Las calles de Teusaquillo, un barrio residencial de Bogotá, se convirtieron en escenario de este incidente con la muerte del coronel Dávila. Según los primeros informes, el coronel se detuvo en la calle 22 bis n.º 48-40, acompañado de su escolta. 

Solicitó una botella de agua a su seguridad y, al regreso de este, fue hallado sin vida en su vehículo, debido a un impacto de bala. Las circunstancias apuntan a un suicidio, aunque la investigación oficial aún está en curso.

Dávila era la cabeza de la sala de anticipación, una oficina misteriosa ubicada en el piso 13 del edificio de la Dian, cuya misión principal es la seguridad del presidente Petro. 

Es aquí donde se encuentran equipos de inteligencia avanzada, donados por un país extranjero, que permiten el monitoreo de equipos de comunicación y la detección de palabras clave mediante el uso de algoritmos sofisticados.

El coronel Dávila era, por lo tanto, una figura clave en este escenario, en el que se desató un escándalo tras las acusaciones de robo de una considerable suma de dinero en contra de la niñera Marelbys Meza. Para esclarecer los hechos, se ordenó el uso del polígrafo y se intervino su celular.

Sin embargo, Dávila no sólo estaba ligado a la sala de anticipación. Antes de ocupar este rol, fue jefe de las Comisiones Investigativas contra el Crimen Organizado, Cicor, una entidad distribuida a lo largo de Colombia dedicada a la persecución de objetivos de alto valor. 

De acuerdo con la estructura, Dávila respondía a órdenes directas del jefe de la Casa Militar de la Presidencia, el coronel Carlos Feria, un hombre cercano a Petro.

En este contexto, el Cicor n.º 6, con sede en Medellín, tiene la responsabilidad de perseguir al Clan del Golfo en la región de Urabá, donde operaba Wilmer Antonio Giraldo, conocido como Siopas, uno de los líderes de esta organización criminal y heredero del poderoso narcotraficante Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel.

Según se ha informado, al Cicor n.º 6 se le habría ordenado, desde la Policía Judicial en Bogotá, interceptar las comunicaciones telefónicas de dos empleadas de Laura Sarabia: Marelbys Meza y otra mujer identificada como Fabiola. 

El fiscal Francisco Barbosa explicó en su momento que la justificación para esta intervención fue proporcionada por una fuente humana de alta confianza, que alegaba la estrecha vinculación de estas mujeres con el peligroso Siopas. Como resultado, Marelbys fue apodada "la Niñera" y Fabiola fue bautizada como "la Madrina".

Sin embargo, hay otro detalle de gran relevancia en la investigación llevada a cabo por la Fiscalía sobre los sucesos y las incertidumbres que rodean estos casos en la Casa de Nariño. 

La información que el fallecido coronel Dávila poseía resultaba crucial. El propio coronel había enviado una carta al fiscal general el 2 de junio de este año, en la cual manifestaba su disposición para participar en una entrevista o interrogatorio en el que revelaría todo lo que sabía. Desafortunadamente, debido a su muerte, esa cita nunca pudo llevarse a cabo.

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