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Edwuin Cetré, el colombiano que empujó a Estudiantes de la Plata al título del Clausura 2025 en Argentina

Desequilibrante y efectivo a la hora de generar juego ofensivo en el equipo.

Edwuin Cetré en estudiantes
Por Agencia Periodismo Investigativo | Dom, 14/12/2025 - 12:35 Créditos: Edwuin Cetré - Tomada de redes sociales Estudiantes de la Plata

Estudiantes de La Plata llegó a la final del Torneo Clausura 2025 con un libreto reconocible: orden para sostenerse en los momentos largos del partido, paciencia para no partirse cuando el rival crece, y una salida constante por banda para encontrar ventajas lejos del embudo del área.

En esa idea, el colombiano Edwuin Cetré fue menos un accesorio que una herramienta: el jugador al que se le pedía insistir, morder metros, forzar faltas, acelerar transiciones y, cuando la jugada no daba para lucirse, sostener el ataque con la repetición de un gesto que se volvió habitual en su torneo: encarar.

Su nombre quedó en la foto del título no por una acción única y perfecta, sino por una secuencia completa de aportes en la ruta hacia la copa, incluida una noche final en la que convivieron el protagonismo y el error.

La final ante Racing en Santiago del Estero fue el tipo de partido que suele desnudar el temperamento: tensión, fricción, pocos espacios y una sensación persistente de que el que pestañeara primero lo iba a pagar.

Racing encontró el 1-0 en el tramo final, y Estudiantes quedó contra el reloj, obligado a no confundir la urgencia con el desorden. Ahí apareció la respuesta que lo sostuvo durante el Clausura: insistencia sin dramatismo.

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El empate llegó ya en el tiempo añadido, con Guido Carrillo como ejecutor, para estirar la definición a la prórroga y, después, a los penales.

Un 1-1 agónico que desembocó en una serie desde los doce pasos, con Fernando Muslera decisivo en el desenlace.

En ese escenario, Cetré jugó un rol que suele valorarse más cuando se revisa el partido en frío.

Fue titular y se mantuvo como una amenaza de banda en un encuentro donde casi no hubo ventajas limpias.

No siempre el fútbol premia al que intenta: a veces la jugada muere en un cruce, en un rebote, en una marca doble que obliga a tocar atrás.

Pero esa insistencia cumple una función: empuja al rival a correr hacia su arco, le arranca infracciones, condiciona laterales, obliga coberturas, abre ventanas mínimas para que otros respiren.

Por eso su presencia fue constante en el plan de Estudiantes: si el partido se cerraba, el desborde era una de las pocas llaves disponibles.

El giro dramático llegó en la tanda. Estudiantes pateó temprano y, en el segundo turno, Cetré ejecutó y falló: se reportó que el arquero Facundo Cambeses alcanzó a desviar el remate, con ayuda del travesaño, para registrar la primera caída del Pincha en la serie.

En una final, ese instante suele perseguir a cualquiera: el penal errado como sentencia anticipada. Pero el título se construyó justo al revés. Estudiantes no se derrumbó; se sostuvo.

Muslera levantó la mano cuando el margen era mínimo, atajó en el momento determinante y la serie se estiró hasta el remate final que selló el 5-4. Con ese desenlace, el error de Cetré quedó incorporado a la narrativa completa: la de un equipo que ganó aun cargando una falla pesada en el punto más visible del partido.

Ese lugar de Cetré en la historia del campeonato no empezó en la final. En la semifinal, en el clásico ante Gimnasia, su influencia fue directa y medible: dio la asistencia para el gol de Tiago Palacios que clasificó a Estudiantes al partido decisivo.

La jugada tuvo sello de extremo: aceleración, desborde, lectura del error defensivo y pase en el momento justo. En torneos cortos, ese tipo de aportes pesa tanto como un gol.

En el balance del Clausura, además, Cetré llegó al tramo final con números que ayudan a explicar por qué Estudiantes lo sostuvo como pieza de ataque.

Cetré se ubicó entre los nombres destacados del equipo y lo señaló como máximo goleador del club en el torneo con 4 tantos, asociado a su desequilibrio ofensivo.

Y cuando se amplía el lente a su rendimiento de temporada, a Cetré  le registran 5 goles, 5 asistencias y 1.594 minutos, con producción sostenida en creación de ocasiones y regates completados, indicadores típicos del atacante que vive en el uno contra uno.

Esa mezcla —desborde, participación en el gol, y continuidad de minutos— explica por qué, incluso fallando en la tanda, su nombre quedó vinculado a la conquista.

El título, entonces, se puede contar como una escena final de penales y atajadas, pero también como una ruta donde Cetré fue empujando partidos: aportó desequilibrio cuando el juego pedía ruptura, asistió en la semifinal que abrió la puerta del trofeo y fue parte del once en la final que Estudiantes rescató en el último suspiro antes de coronarse.

La noche del campeón lo mostró completo: el futbolista que se anima a asumir responsabilidades —también en los penales— y el equipo que no se queda pegado a una falla, porque ya aprendió a sobrevivir en el filo.

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