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La estrategia de Emilio Tapia para lograr beneficios en la cárcel

Pide al Inpec que reduzca su esquema de seguridad. Buscó traslado a penitenciaria El Bosque en Barranquilla donde tiene amigos y privilegios. Genera contactos con empresario detenido Carlos Mattos. Tramita cambio de guardias que lo vigilan. 

La estrategia de Emilio Tapia para lograr beneficios en la cárcel
Por Norbey Quevedo | Créditos: Fiscalía General

Uno de los cerebros del carrusel de la contratación en Bogotá, Emilio Tapia, quien desde el mes de octubre enfrenta otro proceso por el entramado de corrupción y garantías falsas que permitieron la adjudicación del contrato del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones,  a la Unión Temporal Centros Poblados por más de un billón de pesos para dotar de internet a escuelas pobres del país, puso en marcha una estrategia secreta a fin de lograr beneficios en su sitio de reclusión. 

Tapia manifiesta estar agobiado por el exceso de seguridad en la penitenciaria La Picota de Bogotá donde está recluido desde hace varios meses, pero la semana pasada radicó una extraña solicitud que generó suspicacias en los directivos del Inpec y el Ministerio de Justicia. 

A pesar de que el pasado 8 de octubre, su defensa solicitó a un juez de control de garantías que ordenara la reclusión de Tapia en la cárcel El Bosque de Barranquilla argumentando cercanía familiar, problemas de salud y hasta inconvenientes de seguridad, el togado no acogió estos fundamentos y ordenó su privación de la libertad en una cárcel de alta seguridad como Cómbita en Boyacá o la Tramacúa en Valledupar.

Finalmente, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, Inpec decidió recluirlo en la penitenciaria La Picota. El establecimiento de reclusión más grande del país con capacidad para 5.970 internos pero que actualmente tiene una población de 6.950, con un hacinamiento del 16.4%. De estos 5.553 son condenados y 1.371 enfrentan un juicio, en esencia, aún tienen la condición de sindicados.

Para evitar que fuera víctima de hurto por señalados de delitos comunes o sociales en las celdas primarias, es decir, el sitio de reclusión temporal al que llegan todos los privados de la libertad antes de asignarse pabellón a través de la junta de patios, fue internado en una Unidad de Medidas Especiales, UME, un lugar frío, aislado y monitoreado las 24 horas.

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Facsímil de carta de petición de Emilio Tapia para la reconsideración de los esquemas de seguridad. El investigado alega que funcionarios no respetan su privacidad con sus abogados / Suministrada

Justo a este lugar, semanas después llegó un interno con características similares. Se trata de Carlos Mattos, el otrora empresario que en el pasado tuvo la representación de la marca de vehículos Hyundai, pero que por un desacuerdo comercial con la marca lo llevó a montar un entramado de corrupción en el que pagó sobornos a jueces, secretarios y funcionarios de despachos judiciales para que fallaran a su favor.

La empatía entre Tapia y Mattos fue inmediata.  Luego Mattos, a pesar de no cumplir con el requisito de ser aforado, fue trasladado al pabellón Ere Sur conocido como Villa Piqui.

Se trata de un lugar privilegiado en el sistema carcelario en donde excongresistas, exgobernadores y exministros han purgado sus penas no en celdas si no en habitaciones individuales con baño privado.

Se afirma que Mattos pagó la remodelación de la Ume y que incluso se rehusó a ser trasladado al Ere Sur sino iba con el Emilio Tapia.  Fuentes del Inpec aseguran que no hubo tal remodelación sino un permiso para pintar las celdas.

A pesar de que ahora están en sitios de reclusión distintos, Mattos y Tapia continúan comunicándose a través de WhatsApp, no obstante a que el uso de celulares está prohibido en el Código Penitenciario y los bloqueadores de celulares brillan por su ausencia.

 

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Empresario Carlos Mattos al llegar a Colombia extraditado de España. Se le señala de sobornos a la justicia en el “caso Hyundai” / EFE

 

 

El pasado 16 de febrero, al parecer en una maniobra para salir de la Ume, Tapia envió una extraña solicitud al director de La Picota y el director de la Regional Central del Inpec. Pidió reconsiderar los esquemas de seguridad argumentando que el proceso judicial que se surte en su contra aún no ha tenido sentido de fallo.

“Aparte de ello, ya por parte de mi abogado se han radicado solicitudes para que los funcionarios de grupos especiales no sigan realizando mis traslados, pues incluso en la Fiscalía y diversas áreas los funcionarios no respetan mi privacidad con los abogados”, advirtió.

Así mismo, aseguró que ha tenido inconvenientes con este grupo de operaciones especiales y en cambio pide que sus traslados estén a cargo del personal de remisiones del penal.

“Además es necesario aclarar que renuncio a las medidas de seguridad adicionales que me han asignado, pues las condiciones de seguridad personales en mi caso han sido debidamente cumplidas por los funcionarios de Picota”, destaca en la comunicación.

Por ahora Tapia, continuará en el mismo sitio de reclusión, y pasarán semanas para corroborar si su estrategia de lograr privilegios en prisión funcionó o simplemente se quedo en solicitudes personales, gestiones de sus abogados o de otras personas.

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