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Familia López y sus 29 vacas en Bogotá: Entre la subsistencia y la controversia por el bienestar animal
Historia de una familia que convive con los animales en un entorno urbano.
En el corazón del barrio San Rafael, en la localidad de San Cristóbal, Bogotá, Don Hugo López y sus padres han compartido su hogar con varias vacas durante los últimos 40 años. La vivienda de dos pisos, modesta pero acogedora, sirve no solo como residencia familiar sino también como establo para un total de 29 reses.
“Es un cuarto y las tenemos acá por miedo a que nos las roben. Es el patrimonio de la familia y hemos tenido ganado desde hace 40 años”, explica Hugo, quien asume la responsabilidad de cuidar el hogar y el ganado.
A pesar de los desafíos, la familia aprovecha los productos derivados del ganado, como la leche y el queso, exclusivamente para consumo propio, negando cualquier comercialización de los mismos.
El pasado 23 de abril, un operativo interinstitucional que incluyó a la Alcaldía Local de San Cristóbal, las secretarías de Gobierno y de Salud, el Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal y la Policía Metropolitana, se llevó a cabo para inspeccionar las condiciones de las vacas López.
Durante esta intervención, médicos veterinarios identificaron a cuatro terneros en presuntas malas condiciones, los cuales fueron trasladados a un centro de atención animal en el occidente de Bogotá.
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Esta medida ha sido fuertemente cuestionada por la familia López, que defiende el estado de salud de los terneros y critica la separación de estos de sus madres como un verdadero acto de maltrato animal.
Además, la Alcaldía de San Cristóbal ha señalado que los bovinos no están vacunados ni reciben atención veterinaria regular, lo que podría representar un riesgo para la salud pública debido a la posible contaminación de los productos derivados.
En medio de la polémica, Hugo ha recibido varias ofertas de compra por las vacas, aunque señala que estas no reflejan el verdadero valor del ganado.
“Mi ganado vale 5 pesos y me ofrecen 1. Se están aprovechando del plazo que me dio la alcaldía, de lo contrario, me las quitan”, menciona preocupado. Mientras tanto, la familia continúa pastoreando su ganado en los potreros del barrio y espera poder vender las vacas a un precio justo antes del 23 de mayo, fecha límite impuesta por la alcaldía.
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