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Chocorramo, galletas, papas fritas, helados y mecato en general con alzas de hasta el 30%

Comestibles de uso común siguen subiendo y se ponen a precios exhorbitantes. Estás las causas.

Mecato 23
Por Agencia Periodismo Investigativo | Sáb, 13/01/2024 - 09:59 Créditos: Captura de pantalla

Los precios de productos cotidianos, específicamente los mecato, han experimentado un incremento significativo. Este aumento se debe a la implementación del denominado impuesto saludable, establecido por la Ley 2277 de 2022, destinado a modificar los hábitos alimentarios de la población. 

La Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales de Colombia (Dian) ha confirmado un incremento gradual en este impuesto: iniciando con un 10% en noviembre de 2023, alcanzando el 15% en 2024, y proyectado a llegar al 20% en 2025.

El efecto de esta medida fiscal sobre los precios al consumidor es evidente en diferentes productos disponibles en tiendas y supermercados. Por ejemplo, un Chocorramo, antes de la implementación del impuesto, costaba $2.000; sin embargo, su precio actual es de $2.400 en tiendas de barrio y puede llegar hasta $2.600 en cadenas de supermercados. 

Esta variación representa un incremento significativo desde la entrada en vigor del impuesto. Similarmente, un paquete de Coca-Cola de 6 litros ha aumentado de $13.200 a $16.000 desde la introducción del impuesto.

No todos los productos han sufrido incrementos. Algunas mercancías, como las galletas Festival y Oreo, mantienen sus precios anteriores, ofreciendo un respiro en medio de las subidas generalizadas. Incluso, se han registrado reducciones en algunos productos, como la paleta Polet y el jugo Hit.

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El sector comercial, representado por entidades como Fenalco, ha expresado preocupación por el impacto económico de este impuesto. Aducen una posible disminución en los ingresos de tiendas y panaderías, y alertan sobre el riesgo de cierre de un porcentaje significativo de tiendas de barrio en los próximos años.

Los tenderos, por su parte, señalan que el incremento de los precios, a causa del impuesto, recae finalmente sobre los consumidores. A pesar de la preocupación por una posible reducción en el consumo, hasta el momento no se ha observado una disminución notable en la compra de estos productos.

Este panorama plantea un debate entre los objetivos de salud pública del gobierno y las consecuencias económicas para comerciantes y consumidores. El impuesto saludable, si bien busca fomentar una mejor alimentación, también genera desafíos y respuestas diversas en el mercado colombiano.
 

 

 

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