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Infidencias de la debacle electoral del uribismo

Los reparos a la gestión del presidente Iván Duque tuvieron efecto en la votación. La colectividad cedió su poder en departamentos y ciudades que consideró ganados. Gobierno reduce su capacidad de manejo regional. Uribistas plantean reconstrucción de partido con miras a 2022.

Por Agencia Periodismo Investigativo |

Los comicios electorales que se desarrollaron en el país y en el que se eligieron 32 gobernadores, 1.101 alcaldes, 12.603 concejales, 418 diputados y 6.814 ediles esbozaron un nuevo mapa político en el país, en donde el gran derrotado fue el Partido Centro Democrático. 

Constituye una gran pérdida de poder regional y para algunos analistas el principio del fin del uribismo.  El hecho de haber ganado las elecciones presidenciales con Iván Duque Márquez hace apenas dieciocho meses, de haber arrancado el segundo año de gobierno en donde la costumbre indica que aún se vive la luna de miel entre el gobierno nacional, los congresistas y mandatarios regionales y con el frasco de mermelada en poder del Centro Democrático, se esperaba un panorama distinto en estos comicios.

Aunque algunos de sus simpatizantes no ven los resultados de este domingo como una derrota pues argumentan que el Centro Democrático pasó de tener 57 alcaldías a 169 y una sola gobernación a cuatro. Esta vez lograron las de Casanare con Salomón Sanabria y Vaupés con Eliecer Pérez y otras dos en coalición. Además se le fueron de las manos las de Manizales, Bucaramanga, Pereira, Cartagena, Popayán, Caldas, Boyacá, Córdoba, Sucre y La Guajira.

Es una derrota en la medida que con presidente a bordo y con la decisión del mandatario de no darle representación en el gobierno ni mermelada a los otros partidos no lograron el objetivo. Las cábalas indicaban que el panorama se complicaría en las regiones para los demás partidos ante la falta de burocracia en ciudades y departamentos y que el uribismo lograría su aspiración de consolidar su discurso político en las regiones.

Es por esto que muchos de los militantes y directivos del uribismo señalan al presidente Iván Duque como el responsable. No ganaron en dos plazas electorales importantes, Bogotá y Medellín. En la capital, su candidato Miguel Uribe Turbay ocupó el último lugar con 425.982 votos.

Turbay y Ramos


En el caso de Medellín la situación fue peor. Aunque encuestas y sondeos indicaban que el ganador sería Alfredo Ramos, este apenas alcanzó los 235.105 votos frente a Daniel Quintero Calle del movimiento Independientes que logró 303.420 sufragios, representando el 38.56% de la votación. 

En Cali, tampoco les fue bien. El ganador fue Jorge Iván Ospina,  de una coalición entre la  Alianza Verde y el Partdio Liberal que logró 298.020 votos, frente a los 199.807 de  su candidato Roberto “Chontico” Ortiz. 

Dos horas después de cerrarse las urnas, el jefe natural del Centro Democrático, Álvaro Uribe reconoció la derrota, “perdimos, reconozco la derrota con humildad. La lucha por la democracia no tiene fin” escribió en sus redes sociales.

Contrario a Uribe se muestran sus alfiles. El senador Ernesto Macías argumentó, “no se puede perder lo que no se tiene. Dicen que perdimos la alcaldía de Bogotá, pero no la teníamos. Dicen que perdimos la alcaldía de Medellín, pero no la teníamos. Dicen que perdimos la alcaldía de Cali, pero no la teniamos. Centro Democrático seguirá luchando por Colombia”.

A su vez, la congresista María del Rosario Guerra, “feliz ganamos 6 de 8 alcaldías con candidatos propios del Centro Democrático en Sucre”. Por su parte, la senadora Paloma Valencia destacó, “el Centro Democrático no salió derrotado en estas elecciones. Ganamos, crecimos. De una gobernación pasamos a cuatro, y de 57 alcaldías pasamos a 120. Sin maquinaria, sin corrupción, sin clientelismo y siendo un partido nuevo”

En el caso de Medellín, cuna del uribismo, no se contaba como caudal electoral propio para el Centro Democrático, pues en las pasadas elecciones su candidato Juan Carlos Vélez fue vencido por Federico Gutiérrez por alrededor de 10.000 votos,  sin duda era otro el escenario pues el Centro Democrático representaba partido de oposición y no de gobierno.

En este contexto, el divorcio político entre Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe Vélez meses después de despuntar el primer mandato de Santos y ante el anuncio del proceso de paz con la guerrilla de las Farc y sin mayor representación en el gobierno nacional llevó a Àlvaro Uribe a fundar el partido Centro Democrático el 20 de enero de 2013 para disputar la aspiración a la reelección de Juan Manuel Santos.

El candidato del uribismo, Óscar Iván Zuluaga logró ganar en la primera vuelta y luego, tras el episodio del hacker, fue vencido por Juan Manuel Santos. En los comicios electorales del año 2014 logró 20 curules en el Senado y 19 en la Cámara de Representantes.

Pero en las elecciones regionales del año 2015 el uribismo no obtuvo lo esperado. En ese momento ganó sólo una gobernación, la del Casanare, logró 1’150.000 votos al Concejo y en estadísticas de partidos ocupó el sexto lugar, en donde el primero fue el Partido Liberal, seguido de La U, Conservador, Cambio Radical y Partido Verde.

Este sombrío panorama aspiraba ser transformado con la elección de Iván Duque pues significaba recuperar el poder tras ocho años de orfandad electoral. Sin embargo, varios politólogos consultados coinciden en que, “los tropiezos del gobierno nacional y la respuesta tardía a muchos temas han ahondado un sentimiento que ha aumentado con el tiempo; ganaron la presidencia pero no ostentan el poder”.

Duque votando


La ausencia de control en el manejo político del país que durante meses se ha visto reflejado en la agenda legislativa en el Congreso de la República, se evidenció también en las elecciones regionales. Un hecho que demuestra la falta de sintonía del gobierno nacional con las regiones.

Con la decisión del presidente Duque de gobernar sin mermelada, para muchos significó el sacrificio del mandatario de tener tropiezos con la maniobra en el Congreso. Además de las elecciones de altas dignidades del Estado como el cargo de Contralor General, a cambio de que su partido Centro Democrático creciera en las regiones, pues el uribismo tiene las principales carteras. Hacienda, Defensa, Cancillería, Ministerio del Interior, Departamentos de Prosperidad Social, Trabajo entre otras.


Pero sucedió lo impensable. La ausencia de mermelada en los partidos y el frasco lleno en el uribismo no se tradujo en aumento de poder regional de este partido si no en todo lo contrario, la pérdida de plazas determinantes para la construcción de un proyecto de gobierno en el 2022.

En el caso de Bogotá, luego de doce años de gobierno de la izquierda en cabeza de Luis Eduardo Garzón, Samuel Moreno y Gustavo Petro, en parte, el uribismo recuperó el poder a través del alcalde Enrique Peñalosa, aunque no fue su candidato directo en el 2015, sí lo fue en el 2011, la distancia fue más de estrategia electoral que ideológica.

Sin embargo, Peñalosa,  a pesar de las múltiples obras que ha venido entregando en su mandato, las decisiones adoptadas sin escuchar muchas de las inquietudes de la gente frente a temas ambientales, sociales, así como un malestar creciente  frente a la decisión de que el sistema público de transporte gire en torno a Transmilenio, le costó la pérdida de esta plaza en la capital de la República.

Garzón y Peñalosa


Ni siquiera con la millonaria campaña publicitaria “Impopulares pero eficientes” logró que su mensaje tuviera empatía en los bogotanos en plena época electoral y en la que su alfil, quien fungió como secretario de Gobierno de Bogotá, Miguel Uribe Turbay tomará las banderas de la obra de Enrique Peñalosa y del uribismo.

Incluso en una voltereta política, el Centro Democrático le retiró el respaldo inicial que le había dado a Ángela Garzón, la hija del embajador en Costa Rica, Angelino Garzón, para ser la candidata de esa colectividad a la alcaldía de Bogotá a quien le fue revocado el aval, ella renunció al Centro Democrático y terminó en las toldas de Carlos Fernando Galán. Esto sin contar como Samuel Hoyos renunció a su curul en la Cámara de Representantes para aspirar sin éxito a la candidatura de la colectividad.

En Medellín la pérdida fue mayor y de paso los cuestionamientos a las firmas encuestadoras como Guarumo, que registró una intención de voto de 46.8% para Alfredo Ramos y de 28.2% para Daniel Quintero. Un hecho que generó expectativa en el uribismo.

Córdoba, un departamento golpeado por los últimos sucesos de los carteles de la hemofilia, la educación, entre otros, que llevaron tras las rejas a sus exmandatarios, el uribismo sufrió otro revés. Carlos Gómez Espitía, el candidato de esta colectividad y especialmente de la senadora Ruby Chagui y en sociedad con Cambio Radical era apoyado por la “ñoñomania” y el exgobernador Alejandro Lyons, con quien días antes de elecciones se conocieron unas comprometedoras grabaciones. Pero a pesar de ser el ultrafavorito, su caída electoral fue estrepitosa.

El ganador fue Orlando Benítez del Partido Liberal quien obtuvo 449.707 votos frente a 297.855 de Gómez. Un triunfo que se tomó con beneficio de inventario, pues no hay un rincón del departamento en el que no se diga que es el candidato de Barguil, Amin, Mussa Besaile y los Bechara.

Gómez y Chagui


En este contexto, politólogos y expertos señalan que este debacle electoral constituye el inicio del fin del uribismo. Un partido que si bien no es muy antiguo, pues apenas tiene seis años de fundado, ha girado en torno a una sola persona, Álvaro Uribe Vélez. Los resultados electorales hoy ponen contra las cuerdas a esta colectividad y al gobierno nacional, pues quedó demostrado que no tienen el poder político ni en el congreso ni en las regiones.

Con este panorama se avecina enfrentar el trámite nuevamente de la Ley de financiamiento y de otras reformas anunciadas como la pensional que sin presentarse ya ha generado malestar social. Aún quedan dos años y medio de gobierno y parece inminente la necesidad de un timonazo.

Rafael Nieto Loaiza, un uribista pura sangre sintetiza lo que pasó, “¡recibimos una paliza! Muchas lecciones. Hay que construir la Gran Alianza Republicana para el 22”.

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