Un año después que el Juzgado Primero de Ejecución de Penas de Bogotá, le concediera la libertad condicional luego de purgar en una casa del norte de la capital, las tres quintas partes de su condena, Hipólito Moreno Gutiérrez, protagonista del ‘carrusel de la contratación’ decidió cambiarse el nombre. Ahora se llama Alejandro H. Moreno Gutiérrez, un apelativo con el que intenta dejar atrás su pasado.
El nombre de Hipólito Moreno Gutiérrez es difícil de olvidar. Oriundo de Purificación, Tolima y con 59 años a cuestas, este técnico en periodismo graduado de la escuela Inpahu en 1989, pasó de hornear en la panadería Pipo Pan ubicada en un pequeño barrio al occidente de Bogotá a amasar una próspera carrera en la política y el sector público.
Se ganó el afecto del entonces alcalde de la capital, Andrés Pastrana quien lo nombró alcalde de San Cristobal, luego, pasó a integrar la junta directiva de la Caja de Vivienda Popular y dos años después a encabezar la gerencia del Fondo de Ahorro y Vivienda, Favidi, ya en la administración de Jaime Castro.
Cuatro años después decidió que lo suyo era la política y se lanzó al Concejo de Bogotá, en donde logró la tercera votación más alta, respaldado por el Partido Movimiento Popular, con 16.000 votos en su caudal habló y duro.
Era 1997 y desde entonces fue imbatible en sus aspiraciones electorales, a tal punto que en el año 2002 sus votos le alcanzaron para lanzar a su hermana Araminta a la Cámara de Representantes. En fórmula con Samuel Moreno y con el respaldo de otros concejales como la comediante Fabiola Posada logró la curul en el legislativo.
En su haber también se cuenta el aval de la mayoría de partidos. Desde el Movimiento Equipo Colombia hasta el Partido de La U, alistaba su candidatura a la alcaldía de Bogotá en el año 2011 cuando los primos Guido, Manuel y Miguel Nule revelaron que Hipólito Moreno no solo había pedido “coimas” en nombre del alcalde Samuel Moreno, si no que también agilizaba giros y contratos de obra pública en el Distrito.
Pero esta no fue la única delación en su contra, pues meses más tarde Emilio Tapia prendió el ventilador y denunció que al concejal Moreno le pagaron alrededor de $6.000 millones por la adjudicación de un contrato de $69.000 millones para suministrar ambulancias a la capital.
Insistió en su inocencia hasta que en el año 2013 y luego de hacer cuentas con sus abogados de los años que pagaría de cárcel si confesaba o colaboraba, aceptó que hizo parte del denominado ‘carrusel de la contratación’, el escándalo de corrupción que dejó tras las rejas al exalcalde de Bogotá Samuel Moreno, su secretario de Salud, Hector Zambrano, los primos Nule entre otros contratistas, funcionarios, Concejales y una lista que para la justicia aún no termina.
La herida del saqueo en Bogotá sigue abierta. Nadie olvida los efectos del ‘carrusel de la contratación’ y el impacto en las obras y finanzas de la ciudad, pero hay alguien que si quiere olvidar y ese es Alejandro H. Gutiérrez que pretende a toda costa deshacerse del peso de llamarse Hipólito.
Nada le impide intentar que lo olviden o al menos que no lo reconozcan camuflado en otro nombre. La ley permite modificar el nombre por una sola vez y el decreto 999 de 1988 establece el cómo, y paradójicamente es uno de los trámites más sencillos que existe. Solamente en el 2017, 12.100 personas modificaron su nombre de pila.
La norma señala que solo se necesita que el interesado acuda a una notaría, aporte la fotocopia de su cédula de ciudadanía y una copia auténtica del registro civil de nacimiento, solicite se elabore la escritura pública y luego se eleve la anotación en el Registro Civil.
Hace unos años un ciudadano demandó la norma ante la Corte Constitucional, pedía que no se limitara el cambio de nombre a una sola vez, pero el alto tribunal declaró exequible la expresión y determinó que, “la prohibición de solicitar la modificación notarial del nombre por más de una vez resulta evidentemente desproporcionada” y señaló que limitarla reduce las posibilidades de utilizar este mecanismo para evadir las actuaciones del Estado.
Aunque aún estaba en libertad condicional y no se había extinguido su pena, el único registro de esta modificación se realizó el 21 de diciembre de 2017. A manera de advertencia, el juzgado de ejecución de penas anotó, “Moreno Gutierrez Alejandro H. Cumple auto de fecha 21/12/17 del juez 1 de EPMS, condenado pasa a llamarse Hipólito Moreno Gutiérrez, a Alejandro H. Moreno Gutiérrez.
Desde entonces y con su nuevo nombre solicitó en cuatro ocasiones permiso al juzgado para salir del país. El 6 de febrero de este año la Corte Suprema de Justicia dejó en firme su condena a seis años y seis meses de prisión.
Un hecho que ya no importa para Alejandro H Moreno Gutiérrez a quien el 26 de junio de 2019 el juez primero de ejecución de penas declaró extinguida su pena, es decir ya pagó la totalidad de su condena. Por ello, desde el 12 de julio está a la espera que se le regresen los depósitos judiciales con las sumas de dinero que consignó a manera de caución.
Actualmente Moreno es mencionado en otros procesos y hasta es testigo del saqueo a Bogotá, los abogados señalan que su cambio de nombre no afecta los demás casos. Actualmente, Alejandro H. Moreno Gutiérrez, intenta el anónimato y no quiere hablar de su pasado y menos de su cambio de nombre.
Entre tanto, esta semana dos jueces tomarán nuevas decisiones dentro del ‘carrusel de la contratación’. Samuel Moreno, exalcalde de Bogotá, sabrá si es culpable o inocente por ceder el contrato de la calle 26 a Conalvías y otras empresas asociadas. Lo propio sucederá con Andrés Jaramillo, otrora presidente de la referida compañía procesado porque habría pagado millonarios sobornos por hacerse a la cesión de uno de los contratos de la tercera fase de Transmilenio.