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Feminicidio en prisión: la historia de Efraín Sarmiento Cuero y sus tres mujeres víctimas

A sus 27 años de edad ha asesinado a tres mujeres a las que les juró amor eterno.

Por Agencia Periodismo Investigativo |

En menos de tres años Efraín Sarmiento Cuero de 27 años de edad, ha asesinado a tres mujeres a las que les juró amor eterno.

Sarmiento Cuero nació el 20 de mayo de 1996 en Policarpa, Nariño. Es hijo de Janeth y Claudio y desde el año 2020 tiene varios procesos a cuestas.

Su más reciente víctima fue Marly Cuadro, una jovencita que conoció a través de redes sociales. Al principio omitió su situación judicial, pero luego apenas logró llamar la atención de la joven, empezó poco a poco a contar una historia ajustada a sus intereses.

Con el tiempo le confesó que estaba privado de la libertad, pero le contó a Marly otra versión, una con la que no saliera espantada. Dijo que era víctima de una venganza, que estaba acusado por extorsión pero que nada, absolutamente nada era cierto. Él era un hombre inocente, según sus fábulas.

Así siguieron hablando generalmente en las noches, cuando después del recuento de internos y el encierro en sus celdas, los internos continúan conectados con el mundo exterior gracias a sus celulares, que aunque están prohibidos por el Código Penitenciario, la mayoría de internos en el país tienen uno conseguido en el mercado negro penitenciario.

Efraín Sarmiento Cuero

Efraín Sarmiento Cuero

Un día Cuero se aventuró e invitó a la mujer, a lo que él denomina su hogar, la prisión de El Barne, un establecimiento carcelario de mediana y alta seguridad que tiene una capacidad de 2939 reclusos, pero en donde realmente hay 3737 privados de la libertad, registrando un hacinamiento del 27.5%.

Transcurrido un tiempo él la convenció de asistir a una visita conyugal. El sujeto, como todos los internos recluidos en penitenciarias, tienen derecho a un encuentro íntimo con su pareja una vez al mes. Para ello, existe un pabellón usado en cada penal con ese propósito, en donde los internos y sus parejas, previamente inscritas, realizan una fila, a la vista de los demás internos que, a su vez, esperan su turno.

Al principio la abrumó la situación, intentaba no mirar a nadie mientras sentía la mirada inquisidora de los demás.

Firmó, al igual que su pareja, el registro de la visita conyugal. Luego asignaron una de las celdas del pabellón que uno de los pabelloneros luego cierra desde afuera.

Se acostumbró a la rutina de la visita quincenal en el patio y la siguiente en conyugal. Ella creía que el interno al que conoció por redes sociales estaba realmente privado de la libertad por extorsión, nunca indagó sobre él, desconocía que visitaba a un hombre que había asesinado a sangre fría a sus dos antiguas parejas.

No sospechó ni siquiera cuando aquel sujeto controlador empezó a celarla, a pedirle explicaciones, a exigirle que enviara a su celular fotografías en tiempo real de dónde y con quién estaba.

El pasado domingo, en la celebración del Día de la Madre, a pesar de ser uno de los más concurridos en las cárceles del país, Marly visitó a Efraín Sarmiento. Sabía que ese domingo correspondía visita conyugal.

Ya se había acostumbrado a la rutina de hacer fila para ingresar al penal, los sellos invisibles, las requisas intimidantes y después de esa maratón, una nueva fila para acceder a la visita conyugal, su cédula y su firma.

Pero ese domingo fue diferente. Efraín Sarmiento Cuero, empezó a discutir, a recriminarle, a insultarla, y con un puñal de fabricación carcelaria la atacó, al abrir la celda tras la finalización de las dos horas de visita conyugal, el sujeto sin culpa, sin ruborizarse, sin lamentarse simplemente le dio a la guardia que había matado a su pareja.

Marly murió sin conocer realmente a quien visitaba, cuáles eran los macabros expedientes judiciales de su pareja.

Sarmiento Cuero, antes de las 36 horas de haber asesinado a la joven mujer, le fueron imputados los cargos, feminicidio agravado.

Solo allí en la audiencia ante un juez de control de garantías se reveló que el sujeto que decía estar por extorsión y de jurarle a Marly ser inocente, realmente cumplía una condena de 34 años y 8 meses de prisión por feminicidio.

Apenas tres años atrás, el 3 de junio de 2020 asesinó vilmente a su pareja en Pasto, Nariño; el 4 de abril de 2019 había hecho exactamente lo mismo con otra mujer en Cali.

Y existe otro proceso vigente por un acceso carnal violento. El interno aceptó los cargos, renunció a un juicio; continuará pagando sus penas en El Barne o en cualquier otra prisión del país, mientras tanto, una tercera familia llora el asesinato de una nueva mujer indefensa que al igual que las otras jamás supo realmente quién era.

 

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