Congelada en el tiempo, Villa Adelaida parece una postal barroca del año 1.921. Concebida como un homenaje al amor y a la memoria, es quizás una de las construcciones más emblemáticas de Bogotá.
Ubicada en la calle 70 entre carreras quinta y séptima, en un área de 6.400 metros cuadrados se enclavó una mansión de 779 metros. Pero la acusación de tráfico de drogas y de lavado de activos del último de sus propietarios, el ciudadano español Manuel Abajó Abajó, la condenó al olvido y a la ruina.
Hoy apenas es un parqueadero en concesión y un patrimonio cultural de la ciudad desperdiciado. El litigio que la envolvió durante décadas llegó a su fin. La Sala de Extinción de Dominio del Tribunal Superior de Bogotá acaba de confirmar la extinción de dominio del inmueble por lavado de activos y enriquecimiento ilícito de su dueño.
El nombre de Villa Adelaida es un homenaje al amor y a la memoria. Está inspirado en Adelaida Cano la esposa de Agustín Nieto Caballero fundador del Gimnasio Moderno y rector de la Universidad Nacional. En el año 1.915 este educador, uno de los más importantes de la época, eligió el sitio que en el despunte del siglo XX hacia parte de la Sabana de Bogotá.
Nieto Caballero quería rendirle un homenaje a la memoria. Eligió al arquitecto Pablo de la Cruz, un antioqueño que saltó al reconocimiento de los trazos luego de construir el Palacio de Justicia. La licencia de construcción se obtuvo el 4 de diciembre de 1919 y dos años después ya estaba finalizada.
De la residencia de los Nieto Cano pasó a ser en los años setenta la discoteca La Cueva donde era usual encontrar al recordado presentador y músico Jimmy Salcedo y sus esbeltas bailarinas, las supernotas. También se inauguró Barón Club que en poco tiempo se convirtió en el sitio predilecto para hacer desfiles, banquetes y recepciones hasta que le dio paso a El Gran Vatel, el restaurante más famoso en la historia de la capital.
Entre 1.972 y 1.974 Manuel Abajó Abajó adquirió derechos herenciales de Villa Adelaida que le pertenecían a la familia Camacho Gross. Su imponencia como discoteca, sitio de eventos y luego restaurante continuó hasta el 3 de marzo de 1.987 cuando Abajó Abajó fue sorprendido con más de dos kilos de cocaína en España.
Un año después, la Audiencia Provincial de Valladolid sentenció a Manuel Abajó Abajó por tráfico de drogas. “Durante algún tiempo, el acusado estuvo sometido a observación y vigilancia policial, debido a las informaciones de la Brigada Central de Estupefacientes sobre su posible dedicación al tráfico de cocaína en gran escala procedente de Colombia, donde aquél había residido durante varios años, después de haberlo hecho en Venezuela, y a cuyo primer país, hacía sin embargo, frecuentes viajes, desde que regresó a España a finales de 1.983”, señala la sentencia conocida por la Agencia de Periodismo Investigativo, API.
En el fallo del tribunal en España se advierte que recién se radicó nuevamente en dicho país. Allí, Manuel Abajó adquirió propiedades lujosas como un chalet en la calle Alta 11-13 por cien millones de pesetas. Posteriormente, dos años después, compró la finca “Las Cuerdas” por doscientos millones de pesetas.
Un lugar, al que le cambió el nombre por “Haras Las Aguilas” exportó desde Colombia cien caballos, yeguas, potros y potrancas. Sin embargo, a las autoridades ibéricas les llamó la atención que la explotación agrícola de la finca y de la denominada “yeguada” en el hipódromo La Zarzuela no le generaban ingresos suficientes a Abajó.
Así las cosas, era inexplicable como hacía para sufragar los bienes en España, ni tampoco los pagos de los créditos en la Caja de Ahorros de Madrid por cien millones de pesetas, además de otros 28 millones en el Banco Zaragozano y 15 millones adicionales en el Banco de Comercio.
Ante la situación, las autoridades posaron los ojos en los caballos de Abajó hasta que llegaron al convencimiento qué en las tres exportaciones que se hicieron de Colombia a España con los equinos, las estructuras metálicas que se utilizaron para transportar los ejemplares se había enviado cocaína. Sin embargo, había pasado el tiempo y no pudieron probarlo, por eso decidieron seguirlo.
El 2 de marzo de 1.987, en la vía que conduce de Madrid a León, la policía detuvo a Abajó quien conducía un Peugeot 505. Al inspeccionar el vehículo en una bolsa de chorizos y patatas, las autoridades encontraron cuatro bolsas plásticas con dos kilogramos de cocaína. Ahí se selló la suerte de Manuel Abajó Abajó y de sus propiedades en Colombia, entre esas Villa Adelaida.
Una década después a Manuel Abajó Abajó le abrieron otro proceso en España. Esta vez por blanqueo de capitales, lo que en Colombia se conoce como lavado de activos. El Juzgado de Instrucción de Madrid lo acusó de ser parte de un grupo de españoles y colombianos que desde 1996 utilizaron sus cuentas bancarias y de sus empresas, “para ordenar transferencias al exterior con fondos provenientes de la venta de estupefacientes” se establece en el proceso 286 de 1998.
En la acusación se determinó que Abajó Abajó era el encargado de hacer la integración del efectivo al sistema financiero para luego transferir los recursos al extranjero. Una vez más se mencionó a Colombia y se enumeró los negocios que este tenía en el pais.
En concreto, Inversiones Maba, Inversiones Nuevo Mundo , Explotaciones Hípicas Internacionales e Inmunizadora de Maderas del Oriente, de esta última se dijo que la utilizó para realizar los giros al exterior
Con estos cargos y por su relación con José Buenaventura Hernandez y Leonardo Sánchez condenados por esos delitos, en mayo de 2009 Manuel Abajó fue sentenciado en España a un año y seis meses de prisión y a pagar una multa de 10.000 euros por el delito de blanqueo de capitales, cargos que aceptó.
Precisamente, las dos causas penales que se surtieron en contra de Manuel Abajó Abajó en España se incorporaron al proceso de extinción de dominio que se inició en Colombia en el año 2006.
La Unidad Nacional para la Extinción de Derecho de Dominio y Contra el Lavado de Activos, después de asignar a la Fiscalía 28 adscrita y de identificar los bienes objeto de investigación, ordenó el embargo y secuestre de los inmuebles establecimiento de comercio Inmunizadora de Maderas del Oriente Ltda y el 61.8% del beneficio de la sociedad Inmunizadora de Maderas del Oriente en el Fideicomiso Villa Viola.
Aunque Manuel Abajó Abajó, a través de su abogado, insistió durante más de una década, primero ante la Fiscalía, luego ante el juez y después frente a los magistrados de extinción de dominio que el haber sido capturado con dos kilos de cocaína en 1987 no prueba que las propiedades que persiguió el Estado en Colombia hubieran sido adquiridas con dineros ilícitos, se tomó una decisión.
La Sala de Extinción de Dominio del Tribunal Superior de Bogotá, con ponencia del magistrado Pedro Oriol Avella confirmó la sentencia de primera instancia y advirtió que analizadas las pruebas en conjunto permiten colegir la violación de la ley 793 de 2002 de extinción de dominio.
De la misma manera, el togado enumeró las transferencias que Abajó hizo el 2 de marzo de 1998, a través de la Sociedad Inmunizadora de Maderas del Oriente en el Banco Ganadero donde pagó US$80.000.
Igualmente, identificó tres giros del Banco de Colombia en septiembre de ese mismo año por US$150.000. Además, en 1999 a través de la Empresa Nuevo Mundo transfirió otros US$65.000 a Inmunizadora de Maderas por intermedio del Banco Ganadero y desde la Caja de Madrid. Ese mismo año hizo cinco operaciones más por US$445.000.
Con un antecedente y es que la empresa Maderas del Oriente Ltda se constituyó en 1979, cuyos socios fueron Manuel Abajó Abajó y Jorge Nassar Quiñónez a través de la Sociedad Inversiones Astorga Ltda. Un detalle adicional evidenció que casi dos décadas después se aumentó el capital social y se reformaron los estatutos.
“Tal acuerdo societario carecería de relevancia alguna, y podría imputarse al giro normal de los negocios de la sociedad, si no fuera porque temporalmente se corresponde con las transferencias de dinero espurio de efectuaron a través de sus cuentas, entre 1996 y finales de 1998, de manera que no es desacertado sostener que se trató de una estrategia para desviar la atención de los organismos de control”, destaca, la sentencia de extinción de dominio.
En contraste, Abajó en su defensa advirtió que no se recaudaron pruebas que demostraran que para la época en la que adquirió los bienes, es decir entre 1970 y 1990, traficó estupefacientes o lavó dinero.
En este contexto, además de Villa Adelaida se declaró la extinción definitiva de otros bienes: El Alisal, San José y dos predios denominados Golpe de agua en Guasca, Cundinamarca y los dos predios rurales La Chala en Bogotá.
La misma medida se tomó contra el 61.8% del fideicomiso Villa Viola, la oficina 1003 en el edificio Camil de Tunja, así como los activos y la participación accionaria en la Sociedad Inmunizadora Maderas del Oriente, bienes que eran de propiedad de Manuel Abajó.
Con la decisión, el predio queda definitivamente en manos del Estado colombiano a través de la Sociedad de Activos Especiales, SAE, que podría subastarlo en los próximos meses.
De esta forma, se pone fin a más de tres décadas de un litigio que comenzó en España y que terminó derrumbando en Colombia el patrimonio cultural e histórico de Villa Adelaida, un lugar emblemático de Bogotá, salpicado por los negocios indebidos de su propietario Manuel Abajó.