En desarrollo del juicio contra el narcotraficante mexicano, Joaquín “El Chapo” Guzmán, que desde mediados de la semana pasada se reactivó ante la justicia en Brooklyn, New York, Estados Unidos, surgió el testimonio inesperado de Alex Cifuentes, miembro de una organización de traficantes colombianos conocidos como el clan Cifuentes Villa.
Desde ese momento, el testigo Cifuentes, tomó relevancia por los señalamientos que hizo a varias personas e instituciones de Colombia. Primero, indicó que su organización le había entregado US$50.000 dólares a la Fuerza Aérea Colombiana, FAC, para que le entregaran información sobre rutas de aeronaves y algunas oficinas estratégicas. Después indicó que le giró unas mensualidades al general Óscar Naranjo, exdirector de la Policía. Cifuentes y fue más allá y aseguró que pagó al expresidente de México, Enrique Peña Nieto, un soborno cercano a los US$100 millones de dólares.
En todos los casos, tanto la institución oficial, así como el mismo Naranjo y los colaboradores del exmandatario mexicano, negaron enfáticamente las acusaciones del narcotraficante colombiano.
Lo cierto es que a medida que avanza el juicio contra “El Chapo”Guzmán, que se inició el pasado 13 de noviembre de 2018, siguen las revelaciones de los testigos que viene presentando la Fiscalía en Estados Unidos. El narcotraficante mexicano está acusado de 17 cargos y actualmente se encuentra recluido en el Metropolitam Correctional Center en Manhattan.
Según se ha conocido por la Fiscalía norteamericana, los abogados y los medios de comunicación que cubren el juicio desde hace tres meses, el proceso tiene cerca de 300.000 páginas, de las cuales cerca de 14 mil folios corresponden a declaraciones de testigos. De igual manera, existen 117 mil grabaciones, por lo que seguramente vendrán nuevas revelaciones.
En este contexto, el juez Brian Cogan y el jurado integrado por 12 titulares y seis suplentes, con identidad secreta, vienen escuchando las declaraciones de diferentes testigos. Fue allí en donde apareció Alex Cifuentes y su entorno de narcotraficantes conocido como el clan de los Cifuentes Villa, una organización que desde hace varios años venía mimetizando sus actividades de narcotráfico entre Colombia y Estados Unidos.
Todo comenzó en septiembre de 2011, cuando después de varios meses de investigación con activa participación de Estados Unidos, comenzó a cobrar forma el desmantelamiento de una poderosa organización de narcotraficantes de origen familiar: los hermanos Cifuentes Villa. La Fiscalía, la Dirección de Estupefacientes y la Policía comenzaron a incautar más de 300 bienes avaluados en más de US$250 millones. Entre ellos, dos acciones del prestigioso Club El Nogal en Bogotá. Un asunto que sin mucha resonancia, comenzó a quedar al descubierto uno de los principales enlaces en Colombia con la mafia de México.
El antecedente inmediato de esta redada contra socios y testaferros de los hermanos Cifuentes Villa y sus nexos con el Cartel de Sinaloa, que dirige Joaquín Guzmán Loera, más conocido como El Chapo Guzmán, fue el anuncio del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos de que incluiría en su lista de narcotraficantes especialmente designados a cuatro individuos y doce empresas. La información, dada a conocer el miércoles 21 de septiembre de 2011 e incluía a Mauricio Bárcenas Rivera, Ómar Mejía Zuluaga, Ana María Uribe Cifuentes y el uruguayo Jesús María Castro.
Para la época la noticia pasó casi desapercibida pero detrás del hecho se concinaba la historia inédita de un clan familiar dedicado al tráfico de estupefacientes desde los años ochenta. Inicialmente, los hermanos Francisco, Fernando y Jorge Milton Cifuentes Villa trabajaron para un mismo mafioso: Efraín Hernández, alias Don Efra, uno de los capos del Cartel del Norte del Valle. El primero manejaba sus cargamentos de cocaína a Panamá y México. El segundo era su ayudante de cabecera. El tercero coordinaba el recibo del alcaloide en territorio azteca. Tres hermanos más ayudaban con el lavado de dinero.
Sin embargo, a mediados de los años noventa, en medio de la guerra entre los carteles de Cali y el Norte del Valle y el reacomodo de poderes en el narcotráfico tras la muerte de Pablo Escobar en 1993, los hermanos Cifuentes Villa cobraron protagonismo. Instigado por el capo Orlando Henao Montoya, alias El Hombre del Overol, Fernando Cifuentes asesinó en su oficina del centro comercial Hacienda Santa Bárbara de Bogotá a Don Efra. Henao lo convenció de hacerlo por el maltrato que le daba y le prometió protección. Efraín Hernández fue asesinado el 6 de noviembre de 1996.
Tras el homicidio, como estaba convenido con El Hombre del Overol, Fernando Cifuentes se ocultó en una casa, desde donde reportó su acción. Horas después llegaron a la vivienda Wilber Varela, alias Jabón, y Javier Antonio Calle Serna, alias Comba, los jefes de sicarios de Henao, y lo asesinaron para que no quedara rastro de la muerte de Don Efra. Pero los segundos del capo ultimado se enteraron de lo sucedido y buscaron venganza. Entonces los hermanos Cifuentes Villa, a sabiendas de que en el Valle ya no tenían opción, buscaron otro refugio criminal.
Viajaron a Medellín y encontraron amparo en la red criminal de Carlos y Vicente Castaño y Diego Murillo Bejarano, alias Don Berna. Con una ventaja, antes que narcotraficantes, este trío fungía como cabeza de las autodefensas en ascenso. Pero la protección tenía un precio. Francisco Cifuentes entró a trabajar con la tenebrosa ‘Oficina de Envigado’ y, desde el exterior, su hermano Jorge Milton organizó el famoso cargamento de 3.000 fusiles para las autodefensas en el barco Otterloo que llegó a Colombia vía Nicaragua-Panamá en octubre de 1999.
A partir de entonces, Francisco y Jorge Milton Cifuentes Villa comenzaron a consolidar su fachada como prósperos empresarios con un sinnúmero de empresas en actividades agrícolas, comercialización de bienes, fabricación de alimentos, manejo inmobiliario, explotación de minerales y administración de parques temáticos, entre otras actividades. Con una ventaja para su organización: a través de su red empresarial en Colombia, Panamá, Ecuador, Brasil, España y Estados Unidos, se sumaron sus hermanos Dolly, Hildebrando y Héctor Mario Cifuentes Villa.
El negocio familiar iba viento en popa hasta que Fernando Cifuentes entró en conflicto con Don Berna y la ‘Oficina de Envigado’. En la trasescena de una planta para procesar pescado en Cupica (Chocó), Cifuentes manejaba una pista clandestina desde la cual exportaba toneladas de cocaína hacia México. En medio de la crisis que vivían las autodefensas por el fracaso del proceso de paz con el gobierno Uribe, Don Berna pidió la pista. Cifuentes se negó a concederla y fue asesinado en su finca Villa Aurora, cerca a Caucasia (Antioquia), en abril de 2007. El asesinato de Francisco Cifuentes significó el principio del fin del clan familiar.
Entre tanto, Jorge Milton entró a dirigir los negocios, Hildebrando se concentró en las operaciones de narcotráfico con el Cartel de Sinaloa, Héctor Mario compró una hacienda en Uruguay para retirarse del negocio abriendo un frente empresarial desligado de la acción ilícita, Dolly se consolidó en la gestión de lavado de activos, y a ellos se sumó la viuda de Fernando, María Patricia Rodríguez. Sin embargo, unos y otros ya estaban en la mira de las autoridades de Colombia y Estados Unidos.
Fue así como en febrero de 2010, en desarrollo de la llamada ‘Operación Fronteras’, vino el primer envión judicial contra los Cifuentes Villa. Pero paradójicamente sólo cayó María Patricia Rodríguez, junto a 24 personas, entre ellas José Guillermo Gallón Henao. Ya para entonces una corte del Distrito Sur de California había desentrañado la estructura delincuencial del clan familiar y era cuestión de esperar a que cayera el principal enlace en Colombia y contacto de El Chapo Guzmán en México: Dolly Cifuentes Villa, detenida el 6 de agosto de 2011 en Medellín.
Pocas semanas después, en desarrollo de una nueva fase contra la organización, al tiempo que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos incluía en la lista de narcotraficantes especialmente designados a los enlaces de los Cifuentes Villa, las autoridades en Colombia concretaron la captura de Ómar Mejía Zuluaga, Mauricio Barcenas Rivera, Ana María Uribe Cifuentes y Jesús María Castro. Con algunas particularidades. Mejía controla varias gasolineras en Bogotá a través de su empresa AS Inversiones y Uribe estuvo casada con un sobrino del narco Fabio Ochoa Vasco.
De inmediato, los efectos de la noticia se empiezaron a producir. Por ejemplo, la empresa Monedeux, anunciada en febrero de este año como la socia de Fenalco Antioquia para el proyecto Fenalred de expedición de tarjetas de crédito con bajas tasas de interés, resultó ser de Juan Pablo Londoño, socio comercial de Jorge Milton Cifuentes. En los registros mercantiles, el listado de empresas a nombre de familiares directos de los Cifuentes es extenso. Ahora, en Estados Unidos se prohíbe por ley realizar transacciones financieras con estas compañías e individuos.
Sólo falta un detalle: Jorge Milton e Hildebrando, las cabezas de la organización, seguían prófugos. Al igual que Héctor Mario con sus negocios en Uruguay. Su red de contactos y cadena de empresas están en la mira de las autoridades. Incluso una estación de servicio de la terminal de transportes de Bogotá, que aparece a nombre del primero, y sendas acciones en el Club El Nogal en Bogotá, a nombre de Jorge Milton y Héctor Mario.
Cuando se pensaba que la organización de los Cifuentes Villa era un mito y había desaparecido del mundo de narcotráfico, uno de sus integrantes y quizás quien mantuvo el más bajo perfil, Alex Cifuentes aparece como uno de los testigos clave en el juicio contra Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Alexander Cifuentes permaneció en Colombia mimetizado en el tráfico de estupefacientes con varios miembros de su familia. En la década de los noventa empezó a tener contactos con otros traficantes quienes a comienzos de 2000 lo incorporaron en sus actividades ilegales con carteles mexicanos de la droga. En esa misión fue vital su hermano Jorge quien advertía que el negocio de la cocaína estaba creciendo en México.
Con pocos años en ese país Cifuentes empezó a crecer en la organización al punto de llegar a su máximo logro, ser ascendido en la organización de “El Chapo” como secretario. Las autoridades señalan que su labor fue vital porque consistía en la coordinación de entrega de drogas en Estados Unidos y Canada, asunto que le resultó fácil por su experiencia en Colombia. De igual forma, tenía como misión comercializar cocaína en más países y cobrar el dinero.
En desarrollo de su actividad, Cifuentes, permaneció junto a Guzmán en la sierra de Sinaloa entre los años 2007 a 2009. Fue tal la confianza que logró con “El Chapo” que incluso vivió en varias edificaciones de su propiedad ubicadas en las montañas. Sin embargo, en 2013 fue capturado por la policía de México, enviado a una prisión local y finalmente extraditado a Estados Unidos.
Desde entonces, Alex Cifuentes, llegó a una cárcel de New York y logró una negociación y acuerdos con fiscales estadounidenses en un proceso que duró cerca de dos años. Ahora es uno de más de 25 testigos que van a declarar en contra de “El Chapo” Guzmán y en dónde ha prometido hacer nuevas revelaciones de la participación de colombianos reconocidos en el mundo del narcotráfico.