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La letra menuda de las confesiones universitarias

Se consolida en el entorno universitario un sistema virtual anónimo conocido como confesiones que mediante la utilización de redes sociales se ha convertido en la fórmula de expresión más abierta entre los estudiantes. En estos sitios manifiestan aquello que no le pueden decir a nadie. Una realidad que merece la atención de padres, familiares, docentes y directivos

Por Agencia Periodismo Investigativo |

Por: Tania Quiroga – Nicolle Donato

“Oigan, ¿saben de un buen motel que no quede lejos?”. “Soy un man desde el perfil de un amigo. Quiero confesar que desde hace dos meses tengo una traga muy fea con un man que es monitor mío”. “La verdad, no sé cómo empezar esto, tengo 22 años y no he hecho nada en mi vida, nada de lo que comienzo lo termino y siento que me desmotivo muy fácilmente. Tengo una familia demasiado disfuncional y a veces creo que tóxica”. “Confieso que ando saliendo de una tusa un poco loca”. “Confieso que estoy estudiando una carrera que detesto”. ¿Alguno ha usado No Sweat? (antitranspirante), he buscado efectos secundarios en internet, pero no encuentro mucho”.

“No deja de emputarme que implícitamente den a entender que el auxilio es para todos los becarios y pues no, no es para todos”. “Pilas, porque ayer una banda de Millonarios atracó con arma de fuego a un estudiante en la 19 con 4ª saliendo de la fiesta de mecánica”. “Pareciera que solo les importara dar una buena imagen y muestran una despreocupación total ante varias problemáticas que se viven en la universidad a diario, las cuales han llevado a varios alumnos al punto de incluso querer quitarse la vida”.

Son las expresiones de cientos de estudiantes universitarios que en los últimos años han encontrado en las redes sociales la mejor forma de expresión e interacción para contar lo que verdaderamente les pasa. De lado han quedado los departamentos de bienestar social de las universidades, las consejerías, las monitorías o los sicólogos o psiquiatras, quienes antes se constituían en escenarios y actores fundamentales para escuchar las verdaderas historias de los jóvenes más allá de lo puramente académico.

Externado

Con el auge de las redes sociales, hace menos de una década, surgieron las comunidades virtuales en Facebook e Instagram, inicialmente enfocadas al entretenimiento, los amigos y la conquista.  Sin embargo, la masificación de los teléfonos inteligentes, la migración de la comunicación de llamadas a datos y la adicción de los jóvenes a mantener un contacto virtual permanente han abierto nuevos espacios, insospechados para padres de familia, educadores y en general para el denominado mundo de los adultos: las confesiones anónimas.

Es tal la necesidad de los jóvenes por contarle al mundo sus más íntimos secretos, ocultando su identidad, que gran parte de los estudiantes de estos centros educativos hacen parte de un grupo denominado “confesiones” de la universidad a la que pertenezcan. Se trata de comunidades creadas por los mismos alumnos, que cuentan todo tipo de experiencias cotidianas en sus universidades, sin el conocimiento de directivos y docentes.

Frecuentemente se observa en las páginas de “confesiones” universitarias que los estudiantes acuden allí en búsqueda de apoyo o comprensión frente a situaciones tan delicadas como el aborto, suicidio y otras que llevan a la depresión

Frecuentemente se observa en las páginas de “confesiones” universitarias que los estudiantes acuden allí en búsqueda de apoyo o comprensión frente a situaciones tan delicadas como el aborto, suicidio y otras que llevan a la depresión. La interacción entre pares es uno de los fuertes de estas comunidades estudiantiles.

El funcionamiento de estos grupos tiene un esquema. Los estudiantes o interesados envían sus historias  por mensaje interno a los administradores de la plataforma quienes, reservando la identidad del emisor, lo publican en el muro de acuerdo con la importancia del tema. Hay grupos en los que se utilizan las palabras hombre y mujer o monito y monita para identificar el género de quien escribe. Los contenidos que se emiten aunque en un porcentaje significativo son de humor, solicitando consejos, afectivos, anécdotas o algún servicio, también hay muchas historias de fondo.

Docencia y maltrato
El pasado 6 de febrero, en uno de los grupos de confesiones de una universidad, una estudiante denunció una situación de maltrato sicológico y físico que vivió con un docente de la Facultad de Derecho a quien identificó como DJC. Señala que inició una relación clandestina con el docente ante la petición de no perjudicarlo laboralmente. No obstante, la estudiante descubrió que no había tal. El anonimato de la relación era porque sostenía conversaciones con otras estudiantes. Relata que cuando ella le reclamaba, “el docente se convertía en una persona explosiva, les pegaba a las paredes, a las mesas, a los vidrios, argumentado que yo estaba loca y que me juraba por la vida de su hijo que nunca se había metido con una alumna”.

La denunciante, días después, se enteró de que el profesor mantenía una relación  similar en otra universidad. Entonces, ante los reclamos, el maltrato fue físico. Al día siguiente, el docente fue a la casa a pedirle perdón y le expreso: “no me digas que hice algo malo, cuando tú con tus celos me impulsaste a darte esa cachetada”. Afectada por la situación y para evitar que les pasara lo mismo a otras de sus compañeras, afirma que envió una carta a las directivas de la universidad, a la que respondieron con amabilidad, pero permitieron que el acusado siguiera dictando clases con normalidad. “Pienso que el maltrato a una alumna también es una arbitrariedad y ninguna otra estudiante merece correr este riesgo”.

Nacional

Discriminación en el aula
Un estudiante extranjero relató su experiencia de intercambio en una prestigiosa universidad del centro de Bogotá. Llegó a estudiar derecho y emocionado recordaba que hace cinco años había venido a la capital y desde entonces quedó maravillado con la ciudad. Se iniciaron las clases y empezó a notar miradas despectivas de sus compañeros. Relata que cuando intentaba hablar con alguien, lo ignoraban. Entonces empezaron sus problemas emocionales. “Un día, en la cafetería de la facultad, escuché a una chica decirles a sus dos amigos: el peruano ese ha sacado una buena nota en penal, pero es que ese chico no ha recibido ni una pizca de sangre española en la sangre, parece descendiente directo de los incas peruchos”.

El acoso se acrecentó y cuenta que el comentario lo hizo sentirse la persona más infeliz del mundo, no por su raza, sino por el desprecio que le demostraban, con lo cual contaba los días para volver a casa con su familia. Indica que con el paso del tiempo los días se hicieron más duros, que veía y sentía como algunos compañeros cuando expresaba algún concepto en clase se reían o murmuraban, al punto que un compañero suyo le pidió que se sentara en otro lugar porque no quería estar cerca de él. De regreso a Lima, el estudiante recibió tratamiento sicológico y duró cerca de un año en terapia para poder superar la discriminación que vivió. Paradójicamente, concluye su relato afirmando que Colombia y esa universidad tienen un espacio especial en su corazón. Su historia recibió decenas de comentarios

Depresión e ideas suicidas
Los jóvenes que padecen enfermedades mentales como depresión, ansiedad y bipolaridad, parecen encontrar en los muros de confesiones, su mejor apoyo, su mejor siquiatra, un diván virtual que les permite narrar detalladamente sus dolencias. Una joven angustiada acudió al grupo confesiones de su universidad. Su relato fue tan sincero como preocupante. Lo inició afirmando que desde muy niña sufre de esquizofrenia paranoide, que desde los 12 años también padece depresión, la cual parece agravarse con el tiempo. Aunque hay momentos en los que su mente le da un respiro y dice que es casi como si la enfermedad no existiera. “He tenido momentos en los cuales pareciera que no existe, que estoy bien, que soy capaz de ser feliz, pero si soy totalmente sincera, a mi mente por momentos siguen llegando ideas suicidas y muchas veces no puedo controlarlas”.

El relato lo continúa sumando a su historia otro problema, esta vez en materia económica. Asegura que hace pocos meses su madre, se divorció y desde entonces ella ha caído en un duelo que se refleja en difíciles condiciones económicas en casa, pero también en conflictos constantes. “Ella es muy hiriente y cada cosa que me dice me hace sentír como lo peor, ella desea que sea perfecta, la niña ideal, pero eso es imposible y es algo que ella no ve, solo lo exige como si cualquier otra manera de ser fuera la peor mierda del universo y la verdad es que así me hace sentír casi a diario”.

La estudiante asegura sentirse atrapada por la soledad, el llanto y la nostalgia, aislada de su familia y compañeros de clase como consecuencia del estado alterado de su mente y confiesa sus intentos de suicidio “En el pasado me he intentado suicidar ya seis veces, sin embargo, la última fue en el 2015 y desde eso núnca volvió a pasar, ni el pensamiento a taladrarme tanto la cabeza, pero estos ultimos meses solo puedo pensar en lo mucho que quisiera no despertarme nunca más, el no tener que enfrentar mi pésimo estado de salud, no solo mental sino físico, mis malas calificaciones, ver que mi única oportunidad de estudiar se me escapa de las manos, aunque intente atraparla en ellas, todos los días estoy sentada sola con mil cosas atormentándome la mente, a punto de llorar y todos se ríen y disfrutan y hablan con sus amigos y funcionan normalmente, mientras yo sé que núnca podré ser así; quisiera nunca enfrentar el hecho de que personas que he conocido en mi vida ya ni siquiera me saludan y les fastidio, quisiera no tener que sentir hambre y saber que si como algo tendre que pedirle plata no sé a quién para poder devolverme a mi casa, quisiera no tener que luchar contra las voces en mi cabeza y quisiera poder apagar mi dolor. He intentado convencerme por todos los medios que vivir vale la pena, pero si soy muy sincera, a nadie le importa si estoy o no estoy, ni siquiera a mí. Esta semana traspasé el hecho de solo querer suicidarme a empezar a planear y eso me asusta mucho, así ha sido todas las otras veces”.

He intentado convencerme por todos los medios que vivir vale la pena, pero si soy muy sincera, a nadie le importa si estoy o no estoy, ni siquiera a mí. Esta semana traspasé el hecho de solo querer suicidarme a empezar a planear y eso me asusta mucho, así ha sido todas las otras veces”.

El administrador de la página de confesiones de una universidad le explicó a la Agencia de Periodismo Investigativo, API, que la página nació en facebook y actualmente llega a casi 12.000 seguidores. Explica que de todas las confesiones que llegan, se publica alrededor de un 60% “manejo un filtro en las comunicaciones para evitar que se calumnie a otra persona. Aca se ven cosas delicadas desde pornografía, drogas, profesores diciendo que les gusta alguna alumna y en general, confesiones que comprometen a profesores y alumnos. Es por este motivo que “direcciono la página al humor y a uno que otro chisme”.

Santoto

Una de las anecdotas que más recuerda, es que alguna vez publicó una confesión de un chico que le gustaba una chica de la universidad. Este último envió la publicación. Cuenta que al día siguiente lo llamaron insistentemente de un número privado, no contesto. Minutos después recibió un mensaje por whatsapp pidiendo que eliminara la publicación. Sorprendido consultó a unos amigos si conocían a la persona que lo estaba buscando con insistencia, quienes manifestaron que no sabían. Días después se enteró que la persona de los mensajes, era una estudiante que supuestamente tenía contactos en el ministerio de las Tics y desde allí habñia averiguado todos los datos de su vida personal y redes sociales. “Ante la situación que se presentó, finalmente le respondí a esa estudiante diciendole que simplemente se trataba de una confesion, más no de la publicación “secretos de Estado” y por la misma razón no era necesaria tal averiguación.

Un sondeo
Mediante un sondeo realizado a estudiantes de 17 universidades de Bogotá en septiembre del 2018, se logró determinar que los participantes son estudiantes de primero a décimo semestre, de los cuales el 40 % corresponde a un rango entre quinto-sexto, mientras que el otro 60 % lo conforman estudiantes de séptimo-octavo (20 %), primero-segundo (17,7 %), tercero- cuarto (15,6 %) y noveno-décimo (6,7 %).

Cerca del 98% de los encuestados afirmaron conocer la página de “confesiones” de su universidad. Esto permite analizar que estas son incluso tan reconocidas por los estudiantes como las páginas oficiales las instituciones.

La totalidad de los estudiantes encuestados que afirma conocer estas páginas (97,8 %) se encuentran en un rango de edad entre los 17 y los 22 años, es decir, un promedio de 19,5 años.

Tan solo el 13,3 % manifiesta no ser seguidor de la página de “confesiones” de su universidad o de otras, teniendo en cuenta que sólo una de las personas que no la sigue, a su vez, no tiene conocimiento de la misma.

Del porcentaje que manifestó no estar interesado en el contenido de “confesiones” (20 %), el 55,5 % conoce la página y la sigue. Esto permitió indagar acerca de las razones por las cuales alguien hace seguimiento a una red como estas pero afirma no tener interés alguno en sus contenidos. Tras preguntarles el porqué, se encontró que tienen una necesidad en común: sentirse incluidos y hacer parte de una comunidad con afinidad de condiciones.

Con el fin de contrastar la información, se indagó por el número de seguidores de las páginas de las 17 universidades, encontrando que “confesiones” de la Universidad de los Andes cuenta con la mayor cantidad de seguidores (27.6 k), seguida por la Universidad Javeriana (20.4 k), mientras que las que menor cantidad poseen son la Universidad Libre de Colombia con 260 seguidores y la  Universidad América con tan solo 34. 

Los temas que las páginas de “confesiones” manejan más frecuentemente, según sus seguidores, son las inconformidades acerca de la universidad, depresión y ayuda psicológica, búsqueda de amigos, casos de suicidio, préstamos de dinero, seguidas de críticas a integrantes de la universidad e incluso búsqueda de ayuda en casos de aborto.

Al consultarles a los encuestados por qué preferían este medio para hacer este tipo de publicaciones, tener una interacción y dar opiniones, coincidían en que el anonimato que pueden mantener es lo que más les brinda la libertad para expresarse.

Un ejemplo claro de la trascendencia de estas redes o comunidades virtuales es la página de “confesiones” de la Universidad Externado de Colombia, en donde a raíz del incremento de confesiones referentes a la depresión y el suicidio se llevó a cabo una campaña por parte de un grupo de seguidores, quienes pusieron a disposición datos como su número telefónico para brindar apoyo psicológico a quienes lo necesitaran, además de entablar una amistad en la vida real.

Más allá de lo que significa para los estudiantes un espacio de expresión libre en sus ámbitos educativos, no es menos cierto que lo que aquí se conoce es una realidad latente que merece la atención de los padres, familiares y educadores.

 

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